Los arranques de campañas –de este domingo y lunes– permiten advertir que el actual es el proceso electoral más reñido que ha habido en Puebla, superando las contiendas de 2010 y 2018, que han sido los comicios más enconados. La presente contienda tiene dos candidatos a la gubernatura solidos y estables, Alejandro Armenta Mier y Eduardo Rivera Pérez; una disputada fuerte por la capital y zona metropolitana; junto con índices de intención de voto que están lejos todavía de definir a los ganadores de la lucha por el poder político.
Tres factores van a marcar el derrotero de la contienda: el carisma y la acumulación de errores que cometan los candidatos a la gubernatura y de las alcaldías más importantes; el efecto de la llamada “guerra sucia” y el imán que ejerzan las dos aspirantes presidenciales: Claudia Sheinbaum Pardo de la 4T y Xóchitl Gálvez del frente opositor.
Las próximas cuatro semanas serán cruciales para los dos aspirantes a la gubernatura. Ya sea que Alejandro Armenta mantenga y administre la ventaja que lleva frente a la oposición; o que el panista Eduardo Rivera Pérez empiece a remontar, alcance y rebase a su contrincante de la 4T.
Por ahora, todavía no se perfila una tendencia favorable hacía los dos bloques que contienden, el de la izquierda y la derecha. Y sin que la tercera opción, la de Movimiento Ciudadano, tenga un papel relevante como ocurre en otros estados del país.
El equipo del Alejandro Armenta, el candidato de Morena, el PT, el PVEM, Fuerza por México y Nueva Alianza, sostiene que el abanderado lleva una ventaja –en promedio– de más de 20 puntos sobre el aspirante albiazul, Eduardo Rivera Pérez.
La encuestadora Rubrum le da a Armenta una delantera de 22.9 puntos, Mitofsky le otorga 25.4 puntos y Enkoll 19 puntos.
Sin embargo, en el PAN se tienen otras encuestas que plantean una ventaja real del candidato morenista de entre 10 y 12 puntos, que es una cifra alta, pero que puede ser remontable.
La certeza de Eduardo Rivera de que puede voltear las tendencias electorales es que él, en 2021, empezó la contienda por la alcaldía de la ciudad de Puebla con 20 puntos de desventaja y acabó ganando por 21 puntos frente a la candidata de Morena, Claudia Rivera Vivanco.
Aunque es importante resaltar que no hay punto de comparación entre Claudia Rivera Vivanco y Alejandro Armenta. La primera llegó a la contienda con un desgaste de haber una pésima edil de la capital. Mientras que el segundo de ellos no tiene ninguna derrota electoral en su haber.
La capital y la zona metropolitana acumulan el 40 por ciento de la votación en el estado. Es el área de oportunidades para la oposición que, por ahora, lleva una importante ventaja en la ciudad de Puebla –de entre 5 y 7 puntos–, así como en San Pedro y San Andrés Cholula, Cuautlancingo, Coronango y Amozoc.
Sobre todo, porque es la zona donde se acumula el llamado “voto anti-AMLO”, que en su mayoría lo ejercen ciudadanos que están al margen de los partidos políticos y no pueden ser identificados, medidos, por las encuestadoras. Sobre todo, por el fenómeno de las viviendas de clase media alta que están tras las paredes de fraccionamientos y grandes edificios.
A la inversa, Eduardo Rivera tiene una pobre presencia en amplias zonas de la Mixteca, la Sierra Norte y el Valle de Tehuacán. Es ahí donde Alejandro Armenta cuenta con una amplia y añeja estructura electoral.
<cab> La más reñida
La competencia del actual proceso electoral no tiene comparación.
En 2010, el PRI postuló a un candidato a la gubernatura que tenía una característica muy peculiar: no había ganado una sola encuesta.
Las mediciones en ese entonces advertían que la candidatura del tricolor se tenía que definir entre la entonces edil de la capital, Blanca Alcalá Ruiz, o el ex alcalde de la ciudad de Puebla, Enrique Doger Guerrero. Sin embargo, ambos priistas fueron relegados y se postuló a López Zavala que, aunque empezó la contienda con una ventaja de 17 puntos, se fue desplomando como “castillo de naipes”.
Un dirigente del PRI de esa época y que ahora está en la 4T, narra que cuando el entonces abanderado de la oposición, Rafael Moreno Valle Rosas, logró que se firmara una alianza electoral entre el PAN y el PRD, que nunca se había logrado, en ese momento la popularidad de López Zavala bajó abruptamente 8 puntos.
Al llegarse al 40 por ciento de las campañas electorales, se cruzaron las curvas que medían la intención del voto y a partir de ese momento, Moreno Valle tomó una delantera que ya nadie le quitó y permitió que, por primera vez, al PRI le arrebataran el gobierno del estado.
En 2018, dos semanas antes de arrancar las campañas electorales de Puebla, había una ventaja de 20 puntos del frente de izquierdas encabezado a nivel nacional por Andrés Manuel López Obrador, que se mantuvo hasta el final de la contienda.
Por eso Morena arrasó en todo, menos en la lucha por la gubernatura de Puebla, que la ganó el PAN y el morenovallismo mediante un burdo y violento fraude electoral.
Ahora no hay un escenario electoral que se parezca a lo ocurrido en 2010 y 2018.