No hay ninguna duda: la extorsión, la venta de candidaturas y las transas son parte de la cotidianidad del dirigente estatal del PRI, Néstor Camarillo Medina.
Y casos, ejemplos y testimonios, sobran…
A inicios de este mes de febrero, como trascendió, renunció el secretario jurídico del partido, Alejandro Camacho Gazca, junto con al menos tres integrantes más de esa importante área del tricolor.
Y la verdadera razón de tal situación no fue sino uno de los múltiples negocios sucios del también candidato al Senado.
Resulta que Alejandro Camacho y su equipo lograron ganar un caso al Instituto Nacional Electoral (INE), que había implicado el pago de una multa de 7.5 millones de pesos por parte del PRI poblano, por supuestas irregularidades en la comprobación de gastos de las prerrogativas.
Alejandro Camacho logró que el INE regresara al PRI esos 7.5 millones de pesos y fue entonces que a Néstor Camarillo se le ocurrió otra de sus típicas transas.
Consiguió y metió una factura con el 10% de esa cifra, es decir, alrededor de 750 mil pesos, y simuló que un despacho contable le había cobrado eso al PRI por asesorarlo, lo que nunca sucedió.
Por supuesto, esos 750 mil pesos fueron al bolsillo del dirigente priista, quien no dio ni las gracias a Alejandro Camacho y a los colaboradores de este, los verdaderos ganadores del caso ante el INE.
Su renuncia fue solo una consecuencia natural, lógica, de la desfachatez y la impudicia de quien esta semana fue exhibido en lo que ya toda la Puebla política sabía: la venta de candidaturas.
El audio que se difundió y viralizó y en el que se escucha a la presidenta municipal de San Pedro Cholula, Paola Angon, confesar que pagó a Néstor Camarillo 2.5 millones de pesos por la candidatura para reelegirse y quejarse porque el dirigente del PRI no le cumplió, no solo es real.
Es la punta de un gigantesco iceberg que confirma que se trata de una práctica común y de un negocio de millones y millones de pesos, que Camarillo comparte con su patrón y cómplice, el impresentable Alejandro “Alito” Moreno, presidente nacional del Revolucionario Institucional.
Se trata de delincuencia organizada desde un partido “opositor”: “Alito” no solo no manda un solo peso para el PRI de Puebla, sino que, mediante la extorsión, les quita dinero a sus militantes.
Los exprime, mientras las prerrogativas estatales oficiales son divididas a partes iguales entre los socios, es decir, él y Néstor Camarillo.
Néstor Camarillo no solo vendió candidaturas en San Pedro Cholula.
También lo hizo en Cuetzalan.
En Atempan.
En Zacapoaxtla.
En Cuautlancingo.
En Tepeojuma.
Y en muchos otros municipios más, donde, para su desgracia, empiezan a surgir los testimonios y las evidencias de la cloaca y las negociaciones en lo oscurito.
Candidaturas para alcaldes y regidores, a subasta, al mejor postor, como parte de un aceitado esquema de corrupción que ya es inocultable, por más que cínicamente Néstor Camarillo busque distraer con argumentos tan ridículos como el de la Inteligencia Artificial para decir que “sí es la voz, pero no es la voz” de Paola Angón, quien debe ser investigada por las autoridades para saber de dónde sacó los 2.5 millones de pesos que pagó por una candidatura que se malogró, porque, sin saber del acuerdo entre estos dos personajes, al candidato a la gubernatura, Eduardo Rivera Pérez, le pareció que por el Ayuntamiento de San Pedro Cholula debe ir la perredista Roxana Luna, en lugar de Paola Angon, y les tiró el negocio.
¡Vaya aliados que se buscó el ex presidente municipal de Puebla!
Si de por sí debe cargar con los negativos del PRI, el partido más repudiado del país, ahora hay que sumar las transas (y andanzas) de un dirigente que, además, en el colmo, se apropió de la candidatura al Senado.
Seguramente los asesores de Eduardo Rivera ya le dijeron que mejor evite hacer campaña con un Néstor Camarillo que, además, va de error en error: el más reciente, invocar, y meter en un mismo saco, a Eukid Castañón, Jorge Estefan Chidiac y Eduardo Alcántara, quienes no están mancos ni mudos y que como amigos pueden tener errores, pero como enemigos sencillamente son perfectos.