Concluidas las breves presidencias de Carlos Palafox Galeana y Margarita Gayosso Ponce en el Poder Judicial, una en el Consejo de la Judicatura y otra en el Tribunal Superior de Justicia, en ese orden, resulta obligado preguntarse qué fue lo que ocasionó su desplazamiento de las posiciones de privilegio y poder que les obsequió el extinto Miguel Barbosa diez meses atrás.
Se me ocurren dos respuestas.
Tanto Palafox como Gayosso, pero mucho más el primero, deben su arribo a los órganos de gobierno del Poder Judicial al fallecido Barbosa.
Palafox asumió la presidencia del Consejo de la Judicatura en octubre de 2022, solo unos días después de rendir protesta como magistrado.
De ser un desconocido en el Poder Judicial pasó a ser titular del órgano responsable de meter en cintura a todos sus integrantes, incluidos jueces y magistrados, esos afortunados abogados, hombres y mujeres, que bajo el falso amparo de la ley y en las sombras han hecho del sistema de justicia un patrimonio personal, del que no rinden cuentas a nadie.
Desde el principio, Palafox significó una imposición desagradable, pero nadie reclamó en público.
Gayosso, por su parte, ya tenía una carrera en el tribunal antes de que Barbosa la eligiera presidenta.
Su llegada a ese puesto de mando fue menos estridente que la de Palafox.
Habituados al cambio de presidente cada vez que hay nuevo jefe del Poder Ejecutivo, los magistrados no vieron mal que Gayosso se convirtiera en su jefa; a fin de cuentas, habrán dicho, era una presidenta salida del redil y eso estaba bien.
Dos meses después murió Barbosa y comenzó en Puebla una etapa política distinta, con otro gobernador, lo que dio inicio al descarrilamiento gradual de muchos personajes, entre ellos Palafox y Gayosso.
Estos dos magistrados, de sello barbosista, tenían que marcharse.
La segunda respuesta a la pregunta formulada líneas atrás tiene que ver con la falta de oficio de ambos para superar los acontecimientos de diciembre y sobrevivir en un nuevo periodo político.
Enemistados entre sí, Carlos Palafox y Margarita Gayosso emprendieron pronto una cruenta guerra de poder que trascendió a los medios de comunicación a partir de varias revueltas de trabajadores.
Como no había sucedido en el pasado, de repente los empleados del Poder Judicial se dieron cuenta de que estaban mal pagados y de que eran explotados por jefes insensibles y autoritarios, y decidieron organizarse para culpar de todos sus males al recién llegado presidente de la Judicatura.
Palafox, que había generado malestar entre los magistrados de mayor antigüedad por sus aires presuntuosos, no pudo apagar el fuego de un conflicto que terminó por envolverlos a él y a su enemiga.
El pleito al seno del Poder Judicial se transformó en un factor de ruido para la gobernabilidad que desean todos los mandatarios, incluido Sergio Salomón Céspedes Peregrina.
Digamos que, por la carencia de oficio y capacidad política de estos dos magistrados para sortear una crisis, incluso para evitarla, se materializó el argumento requerido en el grupo en el poder para hacer rodar sus cabezas.
La buena noticia para ambos es que conservarán sus magistraturas y, muy probablemente, los privilegios que obsequian.
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