Aunque fue un resultado cerrado, ya que 63 votos marcaron la diferencia entre los tres candidatos que contendieron, el resultado de la elección de la nueva dirigencia del Sindicato de Trabajadores del Colegio de Bachilleres de Puebla (Sitracobp) fue una rebelión contra la familia de Alberto y Moisés Guerrero Gutiérrez, que por enésima vez querían tener el control de la institución. Ya lo hicieron de la mano del PRI y del PAN, ahora lo intentaron con Morena.
El triunfo del candidato disidente Sergio Javier Torralba Flores significó vencer al aparato de los hermanos Guerrero Gutiérrez, que borraron, “rasuraron”, el 40 por ciento de los trabajadores afiliados al Sitracobp para eliminar al grueso de los afiliados que podían votar en contra de su control político. Y aún así, fueron vencidos.
Para dimensionar el conflicto, es necesario observar los siguientes datos: en la elección del viernes anterior votaron un total de 710 trabajadores y resulta que fueron excluidos de la lista de afiliados alrededor de 840 miembros del Colegio de Bachilleres (Cobaep).
Fueron más los sindicalistas “rasurados” que aquellos que pudieron ejercer el derecho a sufragar, sin contar que unos 400 integrantes de la organización gremial se abstuvieron de participar.
Los hermanos Guerrero tenían la seguridad de que, con la manipulación del padrón electoral, ganaban a como diera lugar, pues creyeron que habían asfixiado a la disidencia en su totalidad y la mayoría de los que tenían derecho al voto iban a sufragar a favor de sus intereses.
Fue una operación que dirigió Moisés Guerrero Gutiérrez, el dirigente saliente, en colusión con el anterior director del Colegio de Bachilleres, Arturo Rodríguez Ballinas, pues los padrones del Sitracobp se alteraron durante la gestión del segundo de ellos.
Todo estaba preparado para hacer ganar, por las buenas o las malas, a Alejandro Aguilar Germán, quien es yerno de Moisés Guerrero y era el candidato de Alberto Guerrero, quien ya fue director y dirigente sindical del Cobaep.
Un factor que jugó en su contra fue la arrogancia y la prepotencia de Alberto y Moisés Guerrero, que no entienden que hay en su contra un hartazgo, luego de que el primero de ellos controló el sindicato y la dirección del colegio por más de 10 años, y que el segundo provocó una parálisis del Sitracobp en los últimos tres años, en que se aferró a ser secretario general de la organización gremial sin importarle que no tuviera reconocimiento por parte de la autoridad laboral.
Y, sobre todo, que Alberto Guerrero fue el autor de lo que algunos llaman “la maldición del Cobaep”, que fue poner a la institución de educación media superior más importante del estado al servicio del PRI, para que fueran alumnos, maestros y trabajadores administrativos operadores del tricolor entre la década de los años 1990 y la primera del presente siglo. Los que se opusieron fueron perseguidos, reprimidos, expulsados del colegio.
En 2010, Alberto Guerrero ya había roto con el PRI y, entonces, puso al servicio del entonces candidato opositor a la gubernatura de Puebla, Rafael Moreno Valle Rosas, la estructura política del colegio. Aunque después el panista desató una persecución contra el Sitracobp.
La soberbia y la torpeza de los hermanos Guerrero Gutiérrez se dejó sentir en la jornada electoral, ya que, en lugar de recurrir al convencimiento, se dedicaron a amenazar a los trabajadores.
Ejemplo de lo anterior ocurrió en el plantel 2 de la ciudad de Puebla. Ahí narran algunos testigos que el viernes llegó Junnio Guerrero, quien es hija de Moisés Guerrero, y en medio de la votación, se dedicó a difundir el mensaje, palabras más, palabras menos: “ya estamos de regreso –al poder– y los que no apoyen, se van a ir del colegio”.
Una intervención que agravia mucho al personal del Cobaep porque trascendió el abuso de que Junnio Guerrero obtuvo una plaza de 40 horas que muchos profesores con 20 años de servicio nunca han alcanzado. En cambio, esta la mujer –sin tener los méritos– lo logró de la mano de su padre.
De ahí que ha surgido el comentario malicioso de que: “el único logro de Moisés Guerrero fue convertir a su hija tiempo completo”.
¿Cuál fue el resultado de toda esta larga lista de yerros de los hermanos Guerrero?
Que Alejandro Aguilar, su candidato, quedara en un vergonzoso tercer lugar de la contienda, con apenas 196 sufragios, y que Sergio Javier Torralba le ganara por una diferencia de 37 votos.
Sin duda, fue una humillación para los hermanos Alberto y Moisés Guerrero, que siguen aferrados a buscar el poder a toda costa.