Si Eduardo Rivera Pérez decide no competir por la gubernatura, y en la antesala de la definición del candidato se hace a un lado, enviará un desastroso mensaje a los panistas y al resto de los personajes políticos involucrados en la alianza opositora, pues con ello querrá decir, claro y contundente, que no habrá posibilidades ni esperanzas de vencer a Morena en la contienda electoral.
Por ese motivo y por la necesidad de llevar como carta por la gubernatura al perfil mejor posicionado entre los eventuales electores, para que sume votos al resto de los candidatos de la coalición, es que el presidente municipal de Puebla tendrá serias dificultades para decirle “no” al dirigente nacional de su partido, Marko Cortés Mendoza, con quien ha establecido un acuerdo para ocupar esa postulación en los comicios que se avecinan.
Vale aclarar que Rivera Pérez no se ha negado a ser candidato del PAN y la alianza opositora al gobierno del estado, sino todo lo contrario. El edil se ha mostrado convencido de participar en esa contienda a partir de la búsqueda de ese cargo público, el de mayor relevancia en la entidad.
La reflexión es consecuencia de la columna publicada el miércoles de la semana pasada en este mismo espacio.
En esa entrega se planteó la posibilidad de que Eduardo Rivera rechace la candidatura en caso de prever un escenario catastrófico, es decir, de que observe por anticipado la imposibilidad de vencer en las urnas al candidato del partido oficial.
Si decidiera ya no competir por la gubernatura, se agregó en el texto, PAN, PRI y PRD tendrán que ir entonces por otro candidato.
La sola posibilidad, que se maneja como escenario hipotético entre los miembros de la clase política, abre una minúscula rendija (también hipotética) a personajes como Genoveva Huerta, Nadia Navarro, Néstor Camarillo y Carlos Martínez, quienes han levantado la mano este año.
Esa columna tuvo diversas reacciones, incluso entre figuras cercanas al Comité Ejecutivo Nacional del PAN, donde despacha Cortés Mendoza. Y justamente de ese lugar deriva el razonamiento con el que da inicio la entrega de hoy.
Una fuente panista que despacha en la capital del país asegura que Eduardo Rivera y el líder nacional panista traen un acuerdo muy específico para que el primero se convierta en candidato a gobernador y sea al mismo tiempo el líder de la campaña opositora en el estado.
Según esta versión, el edil no puede echarse para atrás, por los dos motivos señalados al principio.
Si lo hace, golpeará el estado anímico de los miembros de la alianza y recortará la capacidad de atracción de votos de los demás candidatos, una situación que PAN, PRI y PRD no deben permitir en medio de una pelea que será de altísima competencia.
Incluso así, pensará usted, el alcalde de Puebla estará en libertad de decidir lo que quiera, aun cuando vaya en contra de los deseos de su dirigente. Y eso es cierto.
No obstante, y la fuente hace una última reflexión, si aborta el objetivo, querrá reelegirse en el ayuntamiento o ser candidato a senador, lo que se dificultará después de tener un diferendo de esas características con el presidente del CEN, quien lo quiere en la boleta principal.
Twitter: @jorgerdzc