Los partidos políticos en México son la mayor decepción que puede haber, pues realmente no representan a la sociedad, pero sí a las cúpulas del poder, que cambian solo de nombre y de familias.
Morena, la cuarta transformación del PRI, por supuesto que no es un partido democrático, ni mucho menos.
En el partido oficialista como en el resto del país, es la voluntad de un solo hombre, la que vale, como en los viejos tiempos del más rancio PRI, en donde el “jefe máximo” de la revolución, el presidente de la República, era el que tomaba las decisiones.
De esta forma hoy en Morena, la voluntad de Andrés Manuel López Obrador, es la que prevalece, disfrazada de encuestas, para tratar de engañar a su base electoral y cacarear que existe democracia de este partido, pero eso es una falacia.
De los 22 gobernadores morenistas y aliados que existen en el país, cabe señalar que todos fueron palomeados por el “dedo divino” de López y lo mismo va a pasar con los nueve que serán candidatos en el 2024, en entidades como Puebla, Morelos, Veracruz, la Ciudad de México, Tabasco, Chiapas, Yucatán y Jalisco. ¿O acaso alguien lo duda?
La principal cualidad que han tenido los “tocados por el dedo divino” faltaba más, ha sido la lealtad, algo que no se debe de vista, para el 2024 que ya está a la vuelta de la esquina.
Morena no aplica la democracia interna y en lo que les resta de vida como partido hegemónico tampoco lo harán, como tampoco la va a hacer el PAN, ni el PRI, ni el PRD, porque simple y sencillamente, no están dispuestos a dejar de ejercer el monopolio del poder y que les permite hacer y deshacer, quitando y poniendo candidatos de acuerdo a los intereses de las respectivas dirigencias.
En Acción Nacional, el grupo del presidente nacional de este partido, Marko Cortés, se apresta a quedarse con todas las plurinominales y a designar candidatos y candidatas a la gubernatura, sin llevar a cabo las famosas “internas” panistas, las asambleas municipales y distritales, que tanto enriquecían a este partido.
Es decir, la imposición va prevalecer dentro del albiazul, aunque por supuesto, no va a ser fácil imponer candidato o candidata en algunos lugares como Puebla, en donde un personaje que no es afín a Cortés, como lo es Eduardo Rivera, es el puntero en las encuestas.
Del PRI ya es mejor ni hablar, este partido nació desde el poder y para el poder, es decir, no sabe lo que es la democracia, siempre ha vivido de dedazo y cuando jugó a la democracia, comenzó a experimentar sus primeras derrotas, en diferentes procesos, empezando en Baja California y luego pasando por Puebla, en donde en la primera interna de este partido, Melquiades Morales, barrió a José Luis Flores, que era el candidato del entonces gobernador, Manuel Bartlett Díaz.
Como se puede ver, no es fácil jugar a la democracia al interior de los partidos políticos, porque se termina por perder el control que se ejerce sobre los mismos, los cuales se ven reflejados en las candidaturas.
Del resto de las fuerzas políticas de este país mejor ni hablamos, pues replican los mismos modelos y los mismos vicios, de lo mal llamados “partidos grandes” de nuestro país.
La unidad interna, la clave. Ya en anteriores entregas hablamos de que el partido que logre en Puebla la unidad, será el que tenga las mayores posibilidades del triunfo rumbo al 2024.
Tomando en cuenta que tanto Morena como Acción Nacional enfrentan problemas de división interna, lo más lógico es que aquel partido que logre salir más unidos del proceso de selección de candidatos, será el que tenga la mayor oportunidad de obtener el triunfo.
En Morena, la lucha se centra entre los primos Alejandro Armenta Mier e Ignacio Mier Velazco, ambos con las mayores posibilidades de hacerse a la candidatura a la gubernatura de Puebla.
De acuerdo a esto, Armenta y Mier podrían quedar descalificados, si no alcanza a ponerse de acuerdo entre ellos y esto le abriría la puerta a un tercer personaje, tal vez el secretario de Gobernación, Julio Huerta, si es que logra convertirse en factor de unidad.
Para el panista, Eduardo Rivera Pérez, las cosas pudieran parecer más simples, sin embargo, la irrupción de la diputada federal, Genoveva Huerta, abre un frente que bien pudiera complicar las cosas en el albiazul.
El partido político que mejor resuelva este problema, sin duda tendrá más posibilidades de alzarse con el triunfo, independientemente de cómo sepan armar sus alianzas y por supuestos tomar en consideración sus respectivas marcas, las cuales sin duda también cuentan.
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