El giro político de 180 grados que Ricardo Monreal Ávila ha mostrado entre el viernes pasado y este jueves, en el que logró un reencuentro con el presidente Andrés Manuel López Obrador y al perecer limó asperezas con Claudia Sheinbaum, ha significado una bocanada de oxígeno para el senador poblano Alejandro Armenta Mier, pues este cambio podría evitar que quede relegado en el proceso electoral de 2024.
La irrupción en el ambiente político local de María Luis Albores González, la secretaria del Medio Ambiente y Recursos Naturales, provocó un cambio radical en el panorama de la sucesión en Puebla, principalmente porque la disputa de la candidatura de la 4T a la gubernatura dejó de ser un asunto únicamente de dos aspirantes varones –Alejandro Armenta Mier e Ignacio Mier Velazco–, que están orgánicamente ligados al PRI.
Desde hace un par de semanas se abrió la amplia posibilidad de que la postulación de Morena se decida a favor del género femenino y que recaiga en María Luisa Albores, que goza de una fuerte popularidad en el movimiento obradorista y es parte del círculo de confianza del presidente Andrés Manuel López Obrador.
A lo largo de los últimos días se ha generado una larga lista de pronunciamientos de liderazgos regionales de la 4T, que hacia el interior de Morena exigen que la candidatura a la titularidad del Poder Ejecutivo sea para alguien que tenga la identidad con el movimiento social del obradorismo y no sea un expriista.
Tal situación ha complicado el panorama para Ignacio Mier y Alejandro Armenta, de quienes se sabe que –por separado y sin ninguna coincidencia– han empezado a abrir un cabildeo para empujar la idea de que la nominación morenista conviene más que sea del género masculino.
Por sus labores legislativas en días recientes, los primos Mier y Armenta han estado en Palacio Nacional, cerca del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Al parecer el único que logró hablar con el mandatario federal, más allá del saludo general a los legisladores, fue Ignacio Mier.
La ventaja que tiene “Morenacho”, que es su nombre de campaña, es su estrecha relación con Adán Augusto López Hernández y Mario Delgado Carrillo, el secretario de Gobernación y el presidente de Morena, respectivamente, que le han abierto de mejor manera las puertas de Palacio Nacional.
De hecho, se sabe que Delgado y López tienen como proyecto de interés personal, el lograr que “Morenacho” sea el candidato de Puebla.
Armenta sigue teniendo a su favor los números de las encuestas. Es el aspirante con mayor popularidad por encima de todos los aspirantes a la gubernatura, incluidos los de Morena y la oposición.
Hasta hace unos días, persistían dos grandes problemas para Armenta: por un lado, que no ha logrado tener la aceptación, el respaldo, de Palacio Nacional para ser el candidato a la gubernatura de Puebla.
Y el segundo, su muy cercana relación con Ricardo Monreal, quien es visto como “el rebelde” de la 4T.
La relación con Monreal ha sido un obstáculo para que Armenta pueda acercarse al presidente López Obrador y dialogue sobre su proyecto de Puebla.
Monreal en los dos últimos años no entró a Palacio Nacional ni tuvo un contacto con el presidente Andrés Manuel López Obrador. Él mismo reveló –este jueves– el tiempo de duración de ese periodo de sequía entre ambas figuras.
Entre finales de noviembre y mediados de diciembre del año pasado, aunque él lo niega, hubo una negociación de Monreal con las dirigencias del PRD y del PAN para analizar una posible deserción del senador morenista a las filas de la oposición y buscar ser el abanderado en la elección presidencial de la llamada coalición Va por México.
Eso provocó los momentos más bajos en la relación entre el exgobernador de Zacatecas y el presidente Andrés Manuel López Obrador. Fueron cinco meses complicados entre ambos personajes, que han caminado juntos desde la elección de 1997, cuando en ese entonces eran figuras principales del Partido de la Revolución Democrática.
A lo largo del primer cuatrimestre de 2023 se especuló mucho con las posibles fechas de salida de Monreal de las filas morenistas. Sobre todo, cuando el propio senador, hace seis meses, parafraseando una canción de José Alfredo Jiménez, dejó entrever que ya era inminente su ruptura con la 4T.
No se sabe exactamente qué pasó, pero súbitamente el comportamiento de Monreal dio un giro de 180 grados.
Se dice que en fechas recientes se desplegó un dialogo entre Monreal y Claudia Sheinbaum, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, en el cual el primero habría aceptado respaldar a la morenista para que sea la candidata presidencial.
Y que Monreal se integraría al equipo político de Claudia Sheinbaum, ya como parte de la lucha por la Presidencia.
Por eso el viernes anterior se vio a un Ricardo Monreal sonriente, desbordado, en el reencuentro que tuvo con López Obrador en Palacio Nacional, en donde –dato curioso– siempre estuvo sentado al lado de Claudia Sheinbaum, y lejos de los otros dos aspirantes, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López Hernández.
Y ahora, ayer jueves, ha llamado mucho la atención la declaración de Monreal: “Profiero no ser nada… antes que traicionar al presidente López Obrador”.
Ese cambio plantea que Monreal ahora tiene un espacio de negociación política en Palacio Nacional y con Claudia Sheinbaum, quien camina con solidez rumbo a la candidatura presidencial.
¿Y que podría negociar Monreal? Entre otras cosas, una candidatura para Alejandro Armenta, uno de los senadores que le han sido más leales.
Esa candidatura no necesariamente tendría que ser a la gubernatura, pero sí a la alcaldía de Puebla o la reelección como senador.