Luego de la racha de éxitos políticos que cosechó entre 2017 y 2018 cuando dejó las filas del PRI y entró a Morena, el senador Alejandro Armenta Mier ha hilvanado tres años de fuertes fracasos en Puebla, siendo el último la estruendosa derrota que tres candidatos de la 4T sufrieron en la Sierra Norte, una región en la que el senador aspiraba construir un importante coto de poder.
Aunque muchos lo siguen viendo como un fuerte aspirante a ser candidato a gobernador en 2024, en ciertos lugares se empieza a apagar su estrella.
Eso se pudo percibir el lunes de esta semana, cuando tuvo dos apariciones públicas muy desangeladas en la Sierra Norte de Puebla en donde presentó su más reciente libro.
Muchos de los que llegaron lo hicieron por invitación directa de los organizadores, entre ellos Luis Ángel Carrasco Gasca, un exedil de Chignahuapan, pero ya no se vio el arrastre que antes tenía, el cual se expresaba en que todo mundo quería hablar con él, tomarse fotos y hacer acuerdos.
Armenta primero pasó por Zacatlán, luego se traslado a Juan Galindo y acabó en Chignahuapan. En los dos últimos municipios presentó su texto. En todos estos lugares había un ánimo, un ambiente, de fuerte derrota electoral.
Y no es para menos, Armenta en el actual proceso electoral respaldo a varios aspirantes a presidentes municipales de la 4T de la siguiente manera: con unos fue el gestor para la obtención de candidaturas y en otros casos, brindó apoyo de estructuras electorales para los nominados a ediles.
Tres de los candidatos que iban con ese manto protector armentista, eran:
Liliana Luna Aguirre, quien de la noche a la mañana se volvió morenista luego de haber sido una destacada morenovallista. A final fue derrotada en la disputa por la alcaldía de Huauchinango por Rogelio López Angulo, un expriista que se pasó a las filas del Partido Nueva Alianza.
Juan Rivera Trejo en Chignahuapan era otra de las apuestas de Armenta bajo la nominación de Morena y el PT, pero se impuso el cacicazgo de los Rivera priistas y ganó la alcaldía Lorenzo Rivera Nava.
Y en Zacatlán, Jorge Raúl Hernández Quintero, un exedil priista que ahora fue candidato de Morena, fue derrotado –con un apretado resultado— por el marinista y morenovallista José Luis Márquez Martínez, quien por segunda vez va a repetir bajo las siglas del PRI en la presidencia de ese municipio.
Armenta tenía el proyecto crear un coto de poder con un hipotético triunfo morenista en ese triangulo de municipios de la Sierra Norte.
Un grave error, que es muy particular en el estilo de hacer política por parte de Armenta, fue no entender que, si los candidatos no eran parte de las bases originales de Morena o por lo menos eran políticos identificados con la 4T, una parte importante del voto obradorista no iba a salir a sufragar por personajes ajenos a dicho movimiento de izquierda.
Las derrotas de este 6 de junio no son un tropiezo aislado de Armenta.
En 2019 su obsesión y fracaso en ser candidato de Morena a gobernador de Puebla lo hizo distanciarse de cuadros importantes del partido, que descubrieron su faceta de que, si no ganaba a la buena, lo podía hacer a la mala.
Hace un año, desde el Senado había hecho sentir su influencia para imponer a Fredy Erazo Juárez como magistrado del Tribunal Estatal Electoral, pese a que el personaje tenía obscuros antecedentes. Un fallo judicial anuló el poder del legislador y echó abajo el nombramiento en cuestión.
Este año, Armenta se preparaba para arrebatar otra vez, en esta ocasión la candidatura de Morena a la alcaldía de la ciudad de Puebla. Sin embargo, el encarcelamiento de su mentor político el ex gobernador Mario Marín Torres, le hizo renunciar a esa aspiración por miedo de que saliera a flote la vinculación que sigue teniendo con el ex mandatario, mejor conocido como “el góber precioso”.
Ahora se suma la derrota de la Sierra Norte.
No son tropiezos menores.