En los últimos días hablé de algunos pasajes clásicos de la traición desde la doble perspectiva de Mario Puzo—Francis Ford Coppola (autores de la gran película de los últimos tiempos: El Padrino).
Borges escribió alguna vez una frase que vino como anillo (de bodas) al dedo:
“El azar es generoso”.
Quiso el azar que en mi tercera entrega de la semana apareciera un ejemplo brutal de la traición en Puebla en la persona de David Méndez, secretario de Gobernación.
Dije “secretario”.
Debí decir: “ex secretario”.
Lo que ocurre es que cuando escribí mi columna aún lo era.
Incluso, cuando los reporteros le preguntaron —la mañana de este miércoles— sobre la trama de traición y desviación de recursos de la que escribí, el aún secretario quiso minimizar el hecho y salió con el clásico discurso de que todo era inventado.
Tan no es así, que ésa fue la última gracejada de su vida como secretario de Gobernación.
Este jueves, cuando el gobernador Miguel Barbosa Huerta encabece la tradicional rueda de prensa desde Casa Aguayo, la nueva secretaria de Gobernación ya estará sentada en su lugar.
Ese lugar desde donde despachaban, al margen de la ley y el orden, los padres del secretario.
Perdón: ex secretario.
Debe ser duro dejar un cargo cuando no se tenía previsto.
Sobre todo cuando desde Gobernación estatal se tejía una guerra en contra del nuevo subsecretario: Ardelio Vargas Fosado.
(Ésa guerra la inició Erika Luna, Jefa de Oficina del secretario).
Nuevo perdón: ex secretario.
Ella, con el aval de su jefe, inició una guerra sucia en contra de quien es uno de los hombres de mayor confianza del gobernador.
¿Qué pretendían?
Eliminar a una gente del gobernador para seguir manejando la Secretaría a su antojo, aunque David Méndez se fuera a una campaña a diputado local entregado a los brazos de Claudia Rivera y Alejandro Armenta.
Esa idea pasó a mejor vida cuando, después de la gracejada de la mañana —y luego de que David subió un tuit a las 11:24 presumiendo que estaba con el gobernador encabezando el Día de la Bandera—, un cese fulminante apareció en su vida.
Hay que decirlo:
No lo esperaba.
No lo esperaba así.
No lo esperaba este 24 de febrero.
Sus planes eran irse a la aventura electoral —cobijado por Claudia y Armenta— a partir del 5 de marzo, y deshacerse del incómodo Ardelio Vargas Fosado.
Ya en campaña —y con Gobernación manejada por sus incondicionales panistas—, él y los suyos —que son decenas— operarían en contra del gobernador y en favor de sus aliados.
Pero las cosas no siempre salen como uno las planea.
El sueño guajiro ya se vino abajo.
Y ese sueño tumbará también las cabezas de los aquí señalados en mi anterior columna.
Y ellos a su vez arrastrarán a todos los que mamaban del erario para operar campañas insospechadas.
Michael Corleone supo ver la traición anunciada por don Vito, su padre.
Y la vio en los momentos más diversos.
La vio, incluso, en la persona de algunos de sus seres más cercanos.
Y es que traicionan los amigos.
Nunca los enemigos.
Los enemigos serán lo que quieran, menos traidores.
Por eso —¡ay, José Alfredo!— la traición duele tanto.
Hoy, pues, el ex secretario duerme entre los peces.
¿Olimpia, candidata? La brillante Olimpia Coral Melo —célebre creadora de la Ley Olimpia— ha venido recibiendo en los últimos días una serie de ofertas relacionadas con el calendario electoral.
Los diversos partidos políticos le han ofrecido candidaturas a las diputaciones federal y local por Huauchinango.
Es obvio que, de aceptar, Olimpia arrasaría.
Incluso sin hacer campaña, ganaría la elección.
La duda que mata es una:
¿Aceptará?
Fitis ritis in mermerus, locutus aproni
