El papa León XIV celebró este 25 de diciembre de 2025 su primera Navidad como pontífice con un mensaje de fuerte alcance global, al enviar un mensaje de Navidad en diez idiomas desde el balcón central de la basílica de San Pedro, previo a la tradicional bendición Urbi et Orbi, que concede indulgencia plenaria a los fieles.
Ante miles de personas congregadas en la plaza de San Pedro, pese a la lluvia, el Papa anunció que enviaría su saludo navideño en varios idiomas y comenzó en italiano con un deseo de paz para los corazones y las familias. Posteriormente, pronunció mensajes en francés, inglés, alemán, español, portugués, polaco, árabe, chino y latín, subrayando el carácter universal de la Iglesia.
En su mensaje de Navidad, León XIV centró su reflexión en los llamados a la paz, el diálogo y la reconciliación, con especial atención a los pueblos que sufren los efectos de los conflictos armados. Pidió justicia, estabilidad y paz para Líbano, Palestina, Israel y Siria, así como el fin de la guerra en Ucrania, exhortando a las partes involucradas a dialogar de manera “sincera, directa y respetuosa”.
El pontífice recordó a las víctimas de todas las guerras, a quienes padecen hambre y pobreza, a los habitantes de Gaza, al pueblo yemení, así como a refugiados y migrantes que huyen de sus países en busca de un futuro mejor. También mencionó a quienes han perdido su empleo, a los jóvenes con dificultades laborales, a trabajadores explotados y a personas privadas de la libertad que viven en condiciones precarias.
Durante la Misa de Navidad, celebrada por la mañana —algo que no ocurría desde 1994—, León XIV reflexionó sobre la fragilidad humana en contextos de guerra, desplazamiento y exclusión social, y denunció la situación de poblaciones indefensas afectadas por conflictos actuales y recientes.
Como parte de las novedades de esta Navidad, el Papa recorrió la Plaza de San Pedro en el papamóvil para saludar a los fieles antes de impartir la bendición apostólica, recuperando tradiciones asociadas a los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, y reforzando el mensaje de cercanía y universalidad que marcó su primera Navidad al frente de la Iglesia católica.




