Próximamente, un panel de expertos en salud mundial analizará el estado de la COVID-19 en el planeta, para determinar si continúa siendo una emergencia, de acuerdo con las reglas de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Las reuniones del panel de expertos se llevan a cabo cada tres meses desde que la OMS declaró a la enfermedad como pandemia, el 30 de enero de 2020, y desde aquel entonces mantiene la etiqueta.
Pero varios países, entre ellos Estados Unidos, ya han levantado sus estados de emergencia internos; incluso, la Unión Americana ya no solicita desde este mes el certificado de vacunación anti-COVID-19 para ingresar a su territorio.
“Hoy anunciamos que la Administración pondrá fin a los requisitos de vacunación contra la COVID-19 para empleados federales, contratistas federales y pasajeros aéreos internacionales”, reza un comunicado emitido por la Casa Blanca el pasado lunes 1 de mayo.
En los próximos días, se espera la decisión final, que estará basada en el consejo del panel de expertos, aunque el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ya ha dicho que confía en declarar el fin de la emergencia sanitaria este año.
Por su parte, el doctor Jarbas Barbosa da Silva Jr., director de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), manifestó su preocupación porque se levante la “emergencia de salud pública de interés internacional”, ya que pude conducir a un relajamiento de las medidas que han ayudado a reducir los índices de contagios, como la vacunación.
Aunque son varias las naciones que esperan la declaración del fin de la pandemia, hay quienes consideran que levantarla tendría efectos negativos en la financiación global y en los esfuerzos de cooperación internacional, en detrimento, sobre todo, de los países más pobres.
Del otro lado de la balanza hay voces que respaldan la confianza de Tedros Adhanom Ghebreyesus y consideran que es momento de que el mundo aprenda a vivir con la COVID-19, como, a lo largo de la historia, ha ocurrido con otras enfermedades, incluido el sida.