Las posadas tienen siglos de existencia en el mundo. Esta tradición, que recuerda el peregrinar que José y María tuvieron que hacer desde Nazaret hasta Belén para pedir posada antes del nacimiento del niño Jesús, se celebra en México, Honduras, Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Panamá y algunas ciudades del suroeste de Estados Unidos.
Su origen en México data de 1587 con las misas de aguinaldo, que si bien fueron parte del adoctrinamiento y la conquista religiosa de la población en la Nueva España, fueron el inicio de una fiesta que hoy forma parte de la identidad mexicana y que se ha combinado con varios aspectos del folclor local, como las piñatas, los cánticos y los platillos típicos de la fecha.
El doctor José Cervantes Sánchez, académico del Área de Reflexión Universitaria de la Ibero Puebla, explica que esta celebración ha tenido un peso diferenciado para la comunidad católica o cristiana desde sus inicios, pero las adaptaciones y expresiones actuales invitan a festejar la unión y el recibimiento de cosas nuevas en la vida.
En esta primera posada, el catedrático señala que, aunque la secularización de la sociedad ha sido un factor determinante para el cambio de esta celebración –que incluso se ha visto absorbida por el consumo excesivo de alcohol–, es importante recordar el sentido original de esta celebración, que es el encuentro y la cercanía con los seres queridos.