El 2018 demostró que la oposición no estaba preparada para gobernar y quienes gobernaban no estaban preparados para ser oposición.
En Puebla, además de esta ecuación, surgió otra.
Los grupos de oposición estaban controlados por un hombre llamado Rafael Moreno Valle, personaje a quien ni la oposición, ni la iglesia, ni la academia, ni el congreso, ni el poder judicial, ni su propio partido, ni nadie le señalaba, ni le cuestionaba.
Una vez que en julio de 2018, el partido Morena de Andrés Manuel López Obrador conquistó la voluntad del electorado, la oposición terminó reducida a una pieza de ornato.
Y en Puebla, además de esta ecuación, surgió otra.
El inesperado accidente del 24 de diciembre donde fallecieron la entonces gobernadora Martha Erika Alonso y el senador Rafael Moreno Valle terminó por pulverizar las ya pulverizadas cenizas del “prianismo” que luchaba por sobrevivir a la fuerza apabullante del lopezobradorismo y la 4T en Puebla se consolidó.
¿Ha visto aquellas imágenes de algún emperador egipcio, un guerrero azteca, un soldado romano? Eso es la oposición en Puebla: una leyenda que ya no existe.
El que fue alguna vez el superpartido tricolor, el PRI de Manuel Bartlett o el de Mario Marín, quedó reducido a nada.
El que fue alguna vez el partido poderoso albiazul, el PAN de Rafael Moreno Valle y Antonio Gali es parte de la historia.
Al PRI le quedan algunos bastiones en el estado los cuales usan para sobrevivir vendiéndose al mejor postor y entre ellos la traición se ha esparcido como virus letal.
El PAN se quedó sin pies y cabeza y no faltan los desprotegidos y relegados que buscan volver a tener el control.
No es distinto a la realidad nacional.
En Puebla, además de esta ecuación, surge otra.
El PRD que ya de por si estaba disminuido, tiene apenas un soplo de vida y se niega a morir a manos de “la nueva izquierda”
Y esa “nueva izquierda”, es decir MORENA, sigue la curva de aprendizaje para entender que ya no son oposición sino gobierno.
Cómo lograrlo si recibieron entre sus filas a los huérfanos del PRI y del PAN y con ellos su adicción a los conflictos internos.
Lo cierto es que es a nosotros como sociedad nos toca lo más difícil: decidir entre esas opciones, exigir mayor capacidad, castigar los malos desempeños. Dejar de ser espectadores y convertirnos en partícipes del cambio que queremos para nuestro país.
En Puebla, además de esta ecuación, surge otra: la pandemia.
@AlbertoRuedaE