En muchas ocasiones, hemos comentado acerca de una conducta que fue recurrente en el pasado y que muchas veces lo sigue siendo ahora: invisibilizar las aportaciones de las mujeres en todos los rubros.
En su momento justo, eso le sucedió a Rosario Castellanos, reconocido por José Emilio Pacheco, que además la definió como la voz más lúcida de su generación “Cuando se relean sus libros se verá que nadie en este país tuvo, en su momento, una conciencia tan clara de lo que significa la doble condición de mujer y mexicana, ni hizo de esa conciencia la materia de su obra, la línea central de su trabajo. Naturalmente, no supimos leerla”.
En su obra, Rosario Castellanos describió con agudeza la vida cotidiana en México, reflejó el racismo, la discriminación de indígenas en su natal Chiapas, el movimiento estudiantil de 1968, la situación política, económica y social que prevalecía en esa época.
Es considerada, también, una de las pioneras del feminismo en México, “critica y denuncia los arquetipos sociales” impuestos a las mujeres y lo retrata con mucha precisión en su texto La Abnegación: una virtud loca que publicó el suplemento Diorama de la Cultura del periódico Excelsior (21/02/1971) en la que se preguntaba ¿pero la abnegación es verdaderamente una virtud?
Cuestionaba los mandatos de género. “Todas las disposiciones legales (…) tienden a establecer la equidad política, económica, educativa, social, entre el hombre y la mujer.
Y no es equitativo –y por lo tanto tampoco es legítimo– que uno de los dos que forman la pareja, dé todo y no aspire recibir nada a cambio. No es equitativo –así que no es legítimo– que uno tenga la oportunidad de formarse intelectualmente y al otro no le quede más alternativa que la de permanecer sumido en la ignorancia” escribió.
En referencia a la llegada de las mujeres al ámbito cultural “aunque tienen la misma capacidad de los hombres”, a las mujeres se le niega el acceso a una educación de calidad por su condición de género, por esta razón –mencionaba– “muchas escritoras, son relegadas al olvido debido a una cultura machista y patriarcal que permea incluso en el ámbito académico. “Y si la cultura no es asimilada ¿cómo podrá ser producida?” Se preguntaba.
En su pieza teatral El eterno femenino con ironía “denuncia la imagen de la mujer débil, sumisa, inexpresiva, quien pocas veces piensa para sí misma, la que antepone en todo momento las necesidades del amigo, amante, hijo, esposo o padre, antes que sus propias necesidades”.
Reflexiona sobre temas de la maternidad; sostenía que el trabajo doméstico tenía que ser remunerado y valorado. Denuncia las diferencias no solo entre hombres y mujeres, también entre mujeres (Balún Canán,1957). En su poesía aborda los modos de ser mujer.
Muchas, muchos coinciden en que aún falta mucho por descubrir y explorar sobre su pensamiento en su obra.
Por ello, un recuerdo a 100 años de su nacimiento un 25 de mayo de 1925, que pretende visibilizar y reconocer el enorme legado de una mujer como Rosario Castellanos, la escritora, la poeta, la novelista, la ensayista, la dramaturga, la filósofa, la periodista, la maestra universitaria, la diplomática, la pionera del feminismo, la intelectual, la pensadora mexicana, la madre, la esposa; que igual padeció el machismo en su vida intelectual, “cacicazgos intelectuales”, les llama su hijo Gabriel Guerra, que obtuvo diversos premios muriendo a los 49 años, siendo embajadora en Israel; cuya obra sigue teniendo vigencia.
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Palabra de Mujer Atlixco
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