Fue en 2005, cuando su primo Juan Raúl de la Llata Mier se hizo diputado abanderado por el PRI por el Distrito local de Zacatlán, cuando empezó su demencia.
Y es que, a partir de ese momento, por el vínculo con el primo, ya ofrecía sus servicios como asesor, gestor, facilitador, reportero y mandadero de lujo de los entonces diputados que integraron la LVI Legislatura.
Por cierto, en ese entonces, el líder del Congreso del estado fue el extinto exgobernador Rafael Moreno Valle Rosas, quien aún representaba al PRI, poco antes de romper con Mario Marín Torres y pasarse a las filas del PAN para buscar una senaduría.
Recuerdo que aquel Poder Legislativo fue muy emblemático porque estuvo integrado por personajes como Claudia Hernández Medina, hoy funcionaria del gobierno de Alejandro Armenta Mier, así como Raymundo Atanacio Luna, exdirector del DIF estatal.
También formó parte de esa legislatura Rodolfo Huerta Espinosa, actual subsecretario de Gobernación; Rafael Micalco Méndez, actual diputado local del PAN, entre algunos otros.
El caso es que la diputación de su pariente hizo que Claudio de la Llata, un don nadie que presume ser periodista, consultor y todólogo en Puebla, perdiera la razón y utilizara el nombre de Raúl de la Llata para centavear a todo mundo.
Su ignorancia supina lo hizo, desde entonces, crear un mundo ficticio en el que él y nadie más es el protagonista y héroe de sus propias historias.
Es un caso, verdaderamente, ridículo y de pena, porque personajes como el tal Claudio de la Llata denigran y denuestan al gremio periodístico y a quienes realizan profesionalmente la labor de informar.
Podría incluso señalarlo como un narcisista, pero su trastorno debe ser algo más grave y profundo que requiere una atención especial.
Aún recuerdo cuando en el Congreso a los reporteros les preguntaba “¿qué vas a querer el Día de la Libertad de Expresión, plancha o licuadora?”.
El ofrecimiento era un supuesto apoyo que otorgaba su primo el diputado por entrevistarlo, por decirle que su pariente estaba “operando bien” y por no preguntar temas incomodos.
Desde aquel momento, Claudio de la Llata me parecía un inofensivo chifladito, de esos personajes creados por Chespirito, Roberto Gómez Bolaños, cosa que no fue así, ya que lo descubrí hablando mal de los colegas reporteros, a quienes vendía sin que ellos lo supieran.
Porque el loquito en cuestión le aseguraba a los diputados, ya no solo a su primo, que los reporteros le habían pedido ser la vía para intercambiar dinero por notas o por un trato especial, cosa totalmente falsa.
En aquel momento, recuerdo perfectamente, que se le puso un alto a las estupideces de Claudio de la Llata, quien solo así dejó de chayotear a los diputados a nombre del pool del Congreso.
Sin embargo, el loquito De la Llata ha vuelto a sus andadas y ya se puso a estafar, a chantajear y a denostar a funcionarios públicos.
Resulta que después de haber fumado o de haberse metido al cuerpo quién sabe qué porquería, el supuesto periodista grabó un video en el que crea una historia de las que inventa para hacer escándalo.
Y en esta loca narración acusa a todo mundo de todo; de entrada, arremete contra el gobernador Alejandro Armenta, a quien menciona porque, según sus traumas, se dirige a la Ciudad de México a una supuesta reunión de periodistas en la que se definirá el trato que se le dará al mandatario durante el resto del sexenio.
El en video menciona a muchos de los colaboradores del gobernador Armenta, en particular a Rodolfo Huerta, a quien acusa de haber hablado con Omar García Harfuch, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana de México, para dizque “quemarlo”.
La locura de este sujeto es tal que asegura en su grabación que a él le pidieron apoyar el nombramiento de algunos colaboradores de Alejandro Armenta, por lo que procedió a hacerlo y a evitar que los quitaran.
Además, asegura que en la Secretaría de Gobernación actual el único que sabe de gobernanza es Mario Rincón González, subsecretario.
El delirante Claudio de la Llata, en su viaje de opio, incluso llama al gobernador Alejandro Armenta para que reconvenga a sus funcionarios, tratando de hacer realidad su estúpida historia del día.
Y así se la pasa escupiendo suciedad al cielo el mentado Claudio de la Llata, durante todo un vídeo de casi 7 minutos.
Elucubrando una loca narrativa que solo existe en su cabeza.
Afortunadamente, todo mundo conoce a este enfermito, quien ha hecho del periodismo todo un negocio para poder comer y vivir de lo que pide y le regalan.
Por cierto, además de loco, enfermo y vicioso, Claudio de la Llata es todo un macho misógino al que hay que tenerle mucho cuidado, porque referirse a la imagen de una mujer como “criada rinconera” vaya que enfurece a cualquiera.
Así que a ver si en una de esas el cazador no resulta la presa.
Al tiempo.
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