Apuesto cien a uno a que el gobernador electo de Puebla, Alejandro Armenta Mier, está totalmente concentrado en su recuperación, tras su operación del talón de Aquiles, y en concebir y trazar los planes y proyectos de su próxima administración estatal, que en el 2030.
Por ahora, no hay otra cosa más importante que su salud y condición física.
Porque sin salud, desde luego, no hay nada.
Y Armenta lo sabe, porque él es un deportista nato.
Es más, podría asegurar que para él sería un despropósito que lo estén postulando como aspirante o presidenciable de cara al 2030.
¿Pensar en la sucesión cuando ni siquiera ha asumido el cargo de gobernador, ni arrancado su gobierno?
El tan solo especular al respecto me parece una verdadera estupidez.
Y las razones para sostenerlo son dos y muy poderosas: la primera es Puebla y, la segunda, Claudia Sheinbaum Pardo, virtual presidenta electa de México.
Ojalá que aquellos despistados que no han considerado esto, y que han declarado públicamente que, por el resultado de su elección, Armenta ya es un candidato presidenciable, lo entiendan.
Alejandro Armenta sabe que tiene un gran compromiso con Puebla y los poblanos, y eso nadie se lo tiene que recordar porque lo lleva en la mente.
Sabe, perfectamente, que el hecho de ser el candidato más votado de la historia de Puebla lo compromete a hacer del estado una entidad próspera, segura y una de las más importantes de todo el país.
Son muchos sus planes y proyectos como para adelantarse y hacer proyecciones alegres o, como dicen coloquialmente, “para hacerse chaquetas mentales”.
Primero hay que garantizar la seguridad de los ciudadanos, su educación, la distribución del agua, atender el medioambiente, ejecutar las obras necesarias para mejorar las condiciones de los poblanos y mil cosas más.
Es decir, el bebé gobierno de Alejandro Armenta no va a correr cuando apenas está por nacer, crecer y desarrollarse.
Aquellos como el historiador Humberto Morales Moreno y Elías Aguilar García, director de Indicadores SC, quienes ya mencionaron a Armenta como un posible aspirante presidenciable, deberían ser menos imprudentes.
De hecho, la segunda razón para evitar no hablar del 2030 y de las posibilidades de Alejandro Armenta es la mismísima Claudia Sheinbaum.
¿Ni siquiera arranca aún la nueva administración nacional y ya le andan buscando sustituto a la doctora?
Resultaría una grave falta de respeto para la futura presidenta de la República, la primera mujer en la historia, el hecho de que los poblanos estuvieran pensado en candidatear para el 2030 a su nuevo gobernador, que en conocer su trabajo.
Las pifias como las de Humberto y Elías deben evitarse a toda costa.
Porque para quedar bien con Alejandro Armenta únicamente basta con portarse a la altura.
Recuerden que en algún momento de la historia política de Puebla hubo un gobernador al que todo mundo candidateó como presidenciable y tiempo después –para él y su grupo– terminó en la cárcel.
Y aunque la historia hoy es totalmente distinta no hay que adelantar vísperas.
¿Para qué?
Después del próximo domingo, cuando en el IEE le entreguen al virtual gobernador de Puebla, Alejandro Armenta, la constancia de mayoría que lo acredita como ganador de la pasada elección, entonces empezará otra historia.
Mientras tanto, dijera mi abuelita Lupita, calladitos se ven más bonitos.
¿O me equivoco?
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