Dicen los que saben que en Huauchinango el temporal no solo vino del cielo, sino también del Palacio Municipal.
Y es que el presidente municipal sigue demostrando que la tormenta más fuerte que enfrenta no está en las calles inundadas, sino en su propio gabinete… y en sus decisiones.
Primero fue su torpe y tardía reacción ante las lluvias –cuando la ciudadanía pedía auxilio y el alcalde parecía más ocupado en repartir culpas que en coordinar apoyos.
Luego vino el jalón de orejas desde más arriba, un recordatorio de que gobernar no es un juego de improvisaciones ni de fotos para las redes sociales.
Y ahora, como si hiciera falta más ruido, el alcalde se mete en otra bronca: exigir las cuentas personales de redes sociales a empleados del Ayuntamiento.
Un exceso que raya en lo autoritario y que deja en claro que, en su afán de controlar la narrativa, el edil terminó perdiendo el rumbo.
En Huauchinango, todo indica que la brújula política apunta a cualquier lado, menos al norte.
La gente comenta que la próxima semana podría estallar otro videoescándalo –uno más en la colección–, pero esa será otra historia que el tiempo y las redes se encargarán de contar.
Por ahora, lo único claro es que al municipio le urge más gestión que espectáculo, más liderazgo que soberbia y más resultados que excusas.
Dicen los que saben que Dios salve a Huauchinango, porque con la autoridad que tiene… buena falta que le hace. ¿O no?
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