Llegamos al final de otro año y, como buen periodista —y mejor agradecido— hoy no vengo a recomendar, ni a analizar a los famosos, ni a preguntar “¿y esto quién lo autorizó?”. Hoy vengo a decir gracias. Así, con todas sus letras y sin corte comercial.
Gracias a ustedes, lectores fieles que cada semana abren esta columna en el periódico o en el internet como quien destapa un regalo (a veces sorpresa, a veces carbón, pero siempre con expectativa de lo que este servidor va a decir). Gracias a quienes escuchan la radio mientras manejan, cocinan, trabajan o fingen trabajar. Gracias a quienes nos sintonizan, aunque digan “solo un ratito” y terminan quedándose todo el programa.
Este año fue de micrófonos encendidos, butacas llenas, palomitas volando y muchos regalos. Nuestros eventos y premieres de cine no habrían tenido sentido sin ustedes: sin sus risas, sus selfies, sus comentarios a media función y ese clásico “Ray, ¿sí estaba buena la película?”… incluso cuando ya llevaban dos horas sentados viéndola. Gracias por acompañarnos, por confiar y por hacer comunidad alrededor de la cultura, el entretenimiento y la buena crítica (porque aceptémoslo: después del cine siempre viene el debate).
En la radio, qué decir. Ustedes no solo escuchan: participan, opinan, reclaman, aplauden y corrigen. Llaman para saludar, para opinar, para decir “eso me gustó mucho, yo no lo sabía, Ray” (que es cuando más me gusta leerlos y escucharlos). Han convertido cada emisión en una conversación viva, donde la risa, la crítica y la reflexión caben en el mismo espacio… aunque a veces tengamos que correr porque el tiempo es nuestro contrincante a vencer cuando uno hace radio.
Gracias también por aguantar mis chistes —que no son malos, sino solo incomprendidos— y mis reflexiones largas que empiezan en el cine, pasan por la política y terminan en una anécdota personal que nadie pidió… pero que igual escucharon.
En tiempos donde todo va rápido, donde el “like” dura menos que un tráiler en YouTube, ustedes siguen apostando por el encuentro, por la palabra, por la radio que acompaña y por la lectura que provoca. Eso, créanme, no es poca cosa.
Y como ya huele a ponche, a luces navideñas y a propósitos que juramos cumplir en enero (y olvidamos en febrero), quiero desearles una Feliz Navidad: que haya abrazos largos, mesas llenas y conversaciones sinceras. Y un Año Nuevo con salud, trabajo, sueños cumplidos y, si se puede, un poco más de humor para sobrellevar la realidad.
Que el próximo año nos sigamos encontrando en la radio, en el cine, en los eventos y en estas líneas. Que sigamos riendo, cuestionando y compartiendo historias. Porque sin ustedes, esto sería solo un micrófono encendido… y conmigo hablando solo, lo cual ya sería preocupante.
Gracias por estar, por escuchar, por leer y por creer.
Nos escuchamos, nos leemos y nos vemos el próximo año.
Con afecto, ironía y gratitud,
Su siempre amigo Ray Zubiri
La columna de esta semana ha terminado, pueden ir en paz.
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