Ante la aplanadora morenista, encabezada por Claudia Sheinbaum Pardo y Alejandro Armenta Mier, la cual le pasó por encima al PAN y a sus candidatos en Puebla, haciendo realidad aquello del carro completo, es buen momento para que los azules reflexionen.
Así es, para que recapaciten y analicen fríamente sus yerros.
Porque el PAN, hay que decirlo, se quedó sin nada y deberá esperar unos buenos años para poder recuperarse y volver a competirle al partido de la 4T nuevos cargos en el estado.
No es para menos que Acción Nacional haya entregado -una vez más- el Ayuntamiento de Puebla, cuando, según ellos, estaban haciendo las cosas bien.
¿Qué falló?
¿En que se equivocaron?
¿Qué le molestó a la gente, que votó, sí, pero por Morena?
¿Qué hicieron mal los lideres del PAN poblano?
¿Fueron los candidatos equivocados?
¿Erraron en la estrategia?
¿Cuál fue el punto de quiebre?
Y es que Morena, insisto, les ganó todo.
Les dio hasta con la cubeta.
Me parece que sea cual fuere el candidato o candidata designado por Morena habría ganado.
Porque esta vez la ola de Claudia Sheinbaum devastó al panismo y a sus aliados, quienes
incluso algunos ya hasta perdieron el registro por bonachones y confiados.
Es el caso del PRD, del PSI, de Nueva Alianza y de Fuerza por México, partidos que prácticamente fueron presa del exterminio por no alcanzar el 3 por ciento de la votación en Puebla.
El sol azteca apenas registró el 1.9% de la votación, mientras que el PSI el 2.1%, en tanto que Nueva Alianza el 2.2% y Fuerza el 1.9% del total de los votos, que hasta el momento suman un total de 2 millones 658 mil 993, en el caso de la gubernatura.
La novedad, por cierto, es que Alejandro Armenta, el gobernador electo de Puebla, sí le cumplió a Claudia Sheinbaum los 2 millones de votos que le prometió aportar en el estado a su campaña en su etapa como candidato.
De acuerdo al Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), en la entidad, la virtual presidenta del país consiguió 2 millones 59 mil 302 votos, lo que representa un 64.9%, según el 94% de actas registradas en el sistema.
Evidentemente, Armenta y el gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina le entregarán buenas cuentas y resultados a la próxima primera presidenta del país.
Empero, regresando al tema del PAN es importante subrayar que no es momento de decidir, ni candidatear, quién se quedará con la dirigencia estatal del partido.
Sobre todo porque uno de los grandes errores de los panistas poblanos, el cual seguramente los debilitó, fue justamente dividirse por la disputa de la dirigencia estatal y municipal, es decir por el control total de su partido.
Y es que Eduardo Rivera Pérez, candidato al gobierno por el PAN, se enfrentó constantemente a Genoveva Huerta Villegas, ex dirigente, actual y próxima diputada federal, porque está en los primeros sitios de la lista plurinominal.
El grupo de Genoveva, hay que decirlo, siempre estuvo en contra de las designaciones de Lalo, vía la dirigencia panista encabezada por la malograda Augusta Valentina Diaz de Rivera Hernández.
Y bueno, habrá que recordar, también, que Agusta se peleó con todo mundo, particularmente con el secretario general del PAN, Marcos Castro Martínez. Estaba más preocupada en hacer valer su autoridad que en impulsar a su partido para ganar.
Otro factor de la derrota electoral panista fue el hecho de que se tardaron en mostrarse como oposición, toda vez que siempre se mantuvieron como comparsas del barbosismo, por ejemplo, y de la administración estatal encabezada por Morena.
Por algo los principales candidatos del PAN no invirtieron mucho en la campaña, ni en medios de comunicación, ni en estrategia, ni en la operación
Los panistas deben renovarse o morir, si es que quieren seguir siendo protagonistas en el círculo rojo poblano.
De lo contrario no podrán recuperarse de esta última dolorosa y grave derrota.
Y se quejaban del morenovallismo, pero esta corriente panista que sucumbió ante la muerte de sus exgobernadores sí sabía cómo ganar elecciones.
El Yunque debe entender que el PAN no es un negocio particular sino un partido donde convergen otras corrientes, las cuales, está visto, no comulgan con sus principios necesariamente.
Allá los panistas, sobre todo los yunquistas, si no lo quieren entender.
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