Con la novedad de que los partidos Morena y PAN en Puebla están a punto de coincidir y presenciar nuevas guerras internas por la falta de acuerdos, de disciplina, de respeto, de prudencia y de cordura entre su militancia.
Así como lo lee.
Y es que tanto en el partido de la 4T como en Acción Nacional existe un cargo que es manzana de la discordia entre sus líderes y dirigentes: la presidencia de su partido.
En el caso de Morena, la renovación del comité estatal, por el relevo de su actual líder, Olga Lucía Romero Garci-Crespo, quien será la nueva encargada de Carreteras de Cuota en la administración del gobernador electo de Puebla, Alejandro Armenta Mier; y en el caso del PAN, también, la designación del sustituto de Augusta Valentina Díaz de Rivera Hernández.
En ambos casos, evidentemente, hay dos personajes que quieren arrebatar, sin mediación ni prudencia alguna, los cargos o encargos.
En el caso de Morena, David Rivera Vivanco es el nuevo Judas del partido en el poder, pues a pesar de tener conocimiento de que Pavel Gaspar Ramírez, diputado local, es el favorito para llegar a la dirigencia de su partido quiere competirle y hacerle contrapeso.
El remedo de Ernesto “Che” Guevara pretende presionar y sorprender a la militancia de Morena asumiendo una posición “democrática”, dizque de unidad, para tratar de negociar nuevos espacios en la nueva administración morenista y hasta en el gobierno.
¿Qué pensará de esto el mandatario electo, Alejandro Armenta, quien tiene en Pavel a uno de sus operadores más cercanos?
Es más, ¿qué pasará por la mente de David Rivera, quien quiere aparentar un disfraz de socialista de los 70, desafiando al próximo gobernador?
¿Dónde quedó la unidad y la camaradería que tanto pregona?
¿Pues no que la familia Vivanco, encabezada por Eloísa Vivanco Esquide, estaba alineada con la política y las decisiones del gobernador Armenta?
¿Ya se rompió el pacto?
¿Se cayeron los acuerdos?
¿Tomaron ya los Vivanco su propia ruta?
Porque si en Morena querían que no se hiciera tanto ruido sobre la designación del relevo de Olga Lucía Romero, ya sucedió todo lo contrario con la declaración del “Che pillín”, quien anunció ayer públicamente su interés por participar por la dirigencia de su partido.
Se me hace que se avecina un nuevo pleito en el partido de la 4T, donde se le quieren poner rebeldes al próximo primer morenista del estado.
Mientras tanto en el PAN, en el frente opositor, el triunfo de Jorge Romero Herrera como nuevo líder nacional ha puesto a Eduardo Rivera Pérez, excandidato al Gobierno del estado, a un paso de hacerse de la dirigencia estatal del albiazul.
Porque Lalo, quien lleva como candidato a Felipe Velázquez Gutiérrez, formará parte de la dirigencia nacional panista y llevará mano en la designación del nuevo líder estatal de su partido, proceso que se llevará a cabo mediante votación del Consejo Estatal.
Recientemente, la Comisión Permanente del PAN anunció que al menos 93 de los 113 comités municipales solicitaron a la actual dirigencia que la designación de su nuevo líder se lleve a cabo a través del voto de sus consejeros y no de una elección abierta a la militancia, dizque para evitar que Morena se infiltre en el proceso.
Es por ello que en los próximos días el Comité Estatal del PAN publicará la convocatoria correspondiente para quienes desean inscribirse al proceso, pues se tiene la intención de que el relevo de Augusta Valentina llegue a más tardar el próximo 15 de diciembre.
Desde luego, todo esto pondrá nuevamente en jaque al panismo local, toda vez que hay líderes como el diputado Rafael Micalco Méndez, Mónica Rodríguez Della Vechia, el malogrado exedil de San Andrés Cholula Edmundo Tlatehui Percino y Mario Riestra Piña, excandidato al gobierno de la ciudad, que no están de acuerdo con el método que se pretende imponer para la designación de su nuevo líder en la entidad.
Así que los panistas inconformes harán todo lo posible por reventar el proceso, o hacerle la vida de cuadritos al nuevo dirigente.
Al tiempo.
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