No hay duda de que la intención de socializar, corregir y modificar, si es el caso, la nueva Ley de Ciberasedio en Puebla es un ejercicio democrático que ayudaría a tener una sociedad más justa, más transparente, más equitativa y participativa.
De eso nadie tiene duda.
Lo malo es que la intención haya llegado tarde.
Es más, si nuestros diputados y autoridades estatales llevaran a cabo el ejercicio de socializar todos los temas de interés común y/o general otro gallo nos cantaría.
Sin embargo, no es así.
Lamentablemente, muchos temas, o la gran mayoría de ellos, son aprobados sin el análisis y estudio que ameritan ¿verdad, diputado Andrés Villegas Mendoza?
Y la Ley de Ciberasedio es uno de ellos.
El lunes, la diputada presidenta del Congreso del estado de Puebla, Laura Artemisa García Chávez, sostuvo una reunión con periodistas y directores de medios de comunicación para hablar de la polémica ley, esa que tanto escozor ha generado.
No fue, lo aclaró, un foro, sino una reunión para intercambiar puntos de vista sobre el tema y poder mejorar y enriquecer la ley, la cual no tiene la mínima intención de censurar o acallar a nadie, mucho menos a la prensa.
En la reunión, la legisladora se mostró muy amable, afable, abierta, sensible y dispuesta a escuchar cualquier comentario y crítica sobre el tema de ciberseguridad.
Incluso, señaló que ya le debía a los comunicadores una reunión y acercamiento de ese tipo.
Lamentablemente, hay que decirlo y subrayarlo, el ejercicio llegó tarde y quedó claro que el procedimiento para poder aprobar la Ley de Ciberasedio se hizo al revés, no como debió ejecutarse.
Y es justamente ese el punto clave del tema: las formas, los tiempos, el criterio y la sensibilidad en como se aprueban los temas en el Congreso.
En lo personal, me parece que si nuestros diputados y el resto de las autoridades del gobierno no entienden que deben ser más sensitivos para con los temas de interés público, sobre todo los relacionados con la libertad de expresión, las cosas no van a mejorar ni a caminar como deben.
Eso sí, muy difícilmente creo que se pueda cambiar ya la percepción que se generó con la Ley de Ciberasedio a nivel nacional, la cual pareció más una imposición y un mensaje directo que una norma para atender un grave problema o una necesidad.
¿No será mejor y más fácil derogar la ley y empezar de cero?
¿Por qué no asumir con firmeza y dignidad el problema, el error en el procedimiento, y eliminar la ley para poder enriquecer una nueva, ahora sí con el consenso y apoyo de todos los sectores, particularmente el de la prensa?
¿Es tan difícil aceptarlo?
Es una verdadera estupidez creer cuentos chinos de que la oposición en Puebla, el PAN para ser exactos, es el artífice de una campaña que según generó y propició el golpeteo a nivel nacional por la aprobación de la Ley de Ciberasedio.
La oposición en Puebla es tan chiquita que ni se nota. Hace más ruido el soplido del viento, o las gotas de lluvia, que sus protagonistas.
La realidad es que en materia de ciberseguridad sí se tiene que legislar y trabajar porque las cuentas fachadas, los bots y aquellos que utilizan un personaje ficticio o un sobrenombre deben tener un límite.
Particularmente, si se trata de la seguridad de los niños, de las mujeres y de todo aquel que pudiera convertirse en víctima de un delito como el ciberacoso.
Lo que deben tener claro nuestros flamantes diputados es que no pueden aprobar tan a la ligera leyes tan complejas como la de Ciberasedio, las cuales tienen muchas aristas y sobre las que se van a seguir dando fuertes debates por un mal procedimiento.
Desgraciadamente, el debate nacional sobre la nueva ley se ha dado en torno a la censura de los medios y de la libertad de expresión, por lo que se tendrá, insisto, que esclarecer el tema para privilegiar la sanción al ciberacoso, a los fraudes digitales y a la eliminación de aquellos que se esconden detrás de un pseudónimo para joder a la gente.
Personalmente ya lo he dicho, con la Ley de Ciberasedio que se preocupen ahora los que se dedican a chingar por chingar a la gente, tal como se señala, “a quien a través de la utilización de medios digitales de informática o TICS insulte, injurie, ofenda, agravie o veje a otra persona, con la insistencia suficiente para causarle un menoscabo importante en su salud”.
No por nada, Puebla ocupa el penoso quinto lugar nacional en ciberdelitos, y ahora es el punto crítico en materia de ciberseguridad.
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