Dicen los que saben que ayer fue un gran día para el diputado Pável Gaspar Ramírez, quien asumió nada menos que la presidencia de la Junta de Gobierno y Coordinación Política del Congreso del estado.
Un cargo donde deberá probar el temple, la paciencia… y el arte de hacer política sin perder la sonrisa.
Desde ahora, Pável carga sobre los hombros una gran encomienda: promover el respeto, la austeridad, la vocación de servicio, pero sobre todo, tender puentes de diálogo, apertura y consenso.
No es poca cosa.
En ese ring llamado Congreso, donde las pasiones se mezclan con las estrategias y las promesas, el nuevo presidente del Congreso tendrá que demostrar que el discurso del entendimiento no se queda en las buenas intenciones.
Y que el respeto no se negocia, que la austeridad no es pose y que la política, bien entendida, aún puede ser servicio público.
Desde ahora los reflectores ya están sobre él.
Y cada sesión, cada decisión y cada acuerdo pondrán a prueba su capacidad para equilibrar intereses, mantener la calma y, por qué no, sacar la casta.
Porque si algo queda claro es que una gran tarea le espera a Pável, y en política, los grandes retos no se anuncian: se enfrentan.
El nuevo presidente deberá hacer del diálogo su mejor herramienta y en la congruencia su mejor aliada. Porque, dicen los que saben, el poder desgasta… salvo al que lo ejerce con inteligencia. ¿O no?
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