“El poder es el mejor afrodisiaco”, es una frase que se atribuye al estadista estadounidense Henry Alfred Kissinger. Y efectivamente es de una certeza un infalible.
Viene a cuenta la referencia sobre el exsecretario de Estado de la Unión Americana, luego de la advertencia que el gobernador electo de Puebla, Alejandro Armenta, lanzó a sus colaboradores, y también a aquellos nuevos seguidores, quienes podrían aparecer para colmarlos de halagos desmedidos, lo que puede ya estar ocurriendo, o no tardará en ocurrir.
Palabras más, palabras menos, el mandatario electo les pidió a sus colaboradores tener mucho cuidado, porque desde el cristal del poder, ahora incluso muchos y muchas los verán guapos y guapas, pero eso puede ser una ilusión, porque los cargos son pasajeros.
La semana pasada, Alejandro Armenta ocupó un espacio de su conferencia de prensa para hacer la advertencia y atajar lo que él, con más de tres décadas en el servicio público, sabe que podría ocurrir, o ya está ocurriendo en torno de sus colaboradores y colaboradoras.
“Mi equipo es el mejor, nada más que el poder a los p… los vuelve iluminados; a los que les da flojera leerlos, ahora son referencias de lectura diaria.
“A las que antes eran descalificadas, porque solo por su belleza tenían oportunidad, hoy son doctas; es el poder…
“Yo estoy ajeno a ello, de verdad… Otra maestra me decía: ‘todas las mañanas aplícate aceite imaginario para que se te resbale todo’. Yo les pido a ustedes –se dirigió a los integrantes de su equipo– que compren de ese litro, luego les digo dónde lo venden, para que se lo apliquen y tiene que durarles el sexenio.
“Porque antes los que los trataban mal, ahora los van a tratar bien; los que nadie se acordaba de ustedes, ahora se van a acordar, les van a mandar regalos en Navidad y en Año Nuevo… pero los cargos son pasajeros”.
Luego de haber hecho una larga cita al libro “Las Normas del Poder”, de José Alarcón Hernández, Armenta fue puntual.
“Rendiré protesta el 14 de diciembre y tengo que estar ajeno a todas esas versiones del poder, (como) la lisonja, ahora seré un brillante gobernador, y antes éramos los tontos que ganábamos elecciones”.
A continuación, recordó a una política mujer, cuyo nombre omitió, quien tildaba a todos sus colaboradores de ineptos, pero que terminó yendo a pedirle trabajo en 2005 cuando ganó la diputación federal.
Por supuesto, el destino de esa petición fue el rechazo, no sin antes recordar las palabras que ahora debía tragarse para pedir humildemente un empleo.
Alejandro Armenta también hizo referencia a la carta que al principio de su sexenio envió a Andrés Manuel López Obrador, para pedir que nadie recibirá a aquel o aquella que presumiera cercanía con él, en busca de hacer negocios.
Adelantó que él hará lo mismo con sus colaboradores.
El mensaje está enviado.
Los miopes no lo verán.