Lo ocurrido en Tehuacán es un fiel reflejo del hartazgo social que existe en prácticamente todo el país: demanda de justicia social.
La golpiza que propinaron Julio N., su hijo Gerson N., y su esposa a un vendedor de cocos de nombre Misael desató la furia de una sociedad cansada de los abusos.
A lo anterior, se debe recordar que el alcalde de Tehuacán, Alejandro Barroso, es de los peores de todo el país y su ineficacia se notó en la crisis del caso de Misael.
A través de redes sociales se exigió al alcalde que detuviera a los agresores de Misael y no hizo nada.
Esa falta de capacidad provocó la furia de la sociedad de Tehuacán que decidió protestar, cerrar calles, ir a la casa y negocio de los agresores, enfrentarse a los policías municipales y, finalmente, quemar un vehículo y el inmueble.
Debido al temor del linchamiento, los agresores, padre e hijo, escaparon y después se entregaron a las autoridades. En tanto que la mujer involucrada en la agresión al vendedor tuvo que ser rescatada para que no fuera linchada.
Ahora se espera una sanción ejemplar para Julio, Gerson y la mujer involucrada.
Queda claro que en cualquier momento se puede repetir una reacción violenta por parte de los habitantes de Tehuacán y de todo el estado de Puebla que están cansados de tantos abusos e injusticias.
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Guadalupe Daniel ayer exhibió su temor a quedarse fuera del presupuesto y del único lugar que podía darle un poco de oxígeno a su agonizante carrera política.
Se aferra al Sistema de Agua de Cuautlancingo, pero sus malos manejos la dejaron fuera.
Los vecinos de Cuautlancingo ya no la quisieron como alcaldesa y ahora menos porque los dejó sin agua de manera “sospechosa”.
¿En serio va hablar de corrupción?
Ayer no presentó las pruebas y, por si fuera poco, decidió aliarse de Karina Pérez, quien ya trazó una ruta de confrontación con el alcalde, Omar Muñoz.
La alianza de Lupita y Karina está condenada al fracaso.
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