Mucho se ha dicho sobre la reaparición del presunto delincuente Antonio Valente Martínez, mejor conocido como “El Toñín”, ahora que salió en defensa de su hija María Guadalupe Martínez Gerardo, presidenta municipal de Quecholac.
Mucho, también, se ha criticado sobre el enfrentamiento político y mediático que sostuvo con el secretario de Gobernación, Samuel Aguilar Pala, a quien le echó en cara una supuesta falta de respeto contra su hija, a quien el funcionario le pidió que intercediera para que su padre, es decir, El Toñín, liberara el bloqueo de la autopista Puebla-Veracruz.
Sin embargo, el presunto huachicolero, a quien se le achacan varios supuestos delitos desde 2017, no se tentó el corazón y en un video que hizo con su hija retó al gobierno y le advirtió a Pala sobre ella: “ten respeto, cabrón”.
Y todo porque el funcionario encargado de la gobernabilidad en el estado le pidió a la edil de Quecholac que atendiera la manifestación y le solicitara a su padre detenerse si es que tenía que ver en esta.
Eso fue lo que enchiló y calentó a El Toñín.
Ese fue el motivo por el que volvió a la escena pública burlándose del gobierno y de las fuerzas armadas, así como de las autoridades encargadas de mantener la paz social y el orden en la entidad.
A raíz de esto, todo mundo se centró en las ofensas del presunto delincuente en contra del gobierno: que, si tiene el descaro de reaparecer diciendo que es agricultor, amenazando y retando al gobierno.
Que si el Partido Social de Integración (PSI) fue quien impulsó a su hija, Guadalupe Martínez, para que se convirtiera en edil de la región; que si es un descarado y cínico por decir que es un campesino cuando es un huachicolero muy peligroso.
Que es inaudito que le falte al respeto a un secretario del estado; que si él es el que manda en Quecholac, en fin. El Toñín es ahora el villano favorito de los poblanos y sus autoridades.
Sin embargo, nadie se ha preguntado ¿qué carajo hace libre El Toñín en Puebla, si es un delincuente de alta peligrosidad?
¿Por qué si todo mundo sabe que es un pájaro de cuenta nadie lo denuncia?
¿Por qué ni las autoridades del estado, ni la Marina, ni el Ejército, ni la Guardia Nacional han hecho algo para ubicarlo, detenerlo, juzgarlo y encarcelarlo?
¿Por qué si El Toñín es el máximo operador huachicolero de El Triángulo Rojo no está siendo perseguido?
¿Por qué si ya se sabe que está detrás de la edil de Quecholac, Guadalupe Martínez, que él es el poder tras el trono, no interviene el gobierno para asegurarlo?
¿Cuántas amenazas y burlas más tiene que lanzar el mentado Toñín contra las autoridades como para poder ponerle un alto?
¿Qué tienen que ver El Toñín y la familia de Ignacio Mier Bañuelos, diputado federal de Morena, a quien incluso vitorearon los manifestantes antes de retirarse de la carretera?
Me parece que ya es momento de que la Marina y el Ejército se hagan sentir en Puebla, donde un presunto delincuente tuvo la osadía de retarlos y decir todo lo que dijo El Toñín y su hija.
Ya es necesario que las Fuerzas Armadas muestren autoridad y se hagan respetar. ¿O quieren que pase lo que con Andrés Manuel López Obrador, momento en que cualquier pelado arremetía contra los elementos de seguridad y hasta los desarmaban, golpeaban y encueraban?
¿A poco es una simple casualidad que los manifestantes aceptaran levantar el paro carretero una vez que El Toñín y Nachito Mier Jr. Intervinieron y actuaron en el conflicto?
Es, entonces, cuando deberíamos preguntarnos ¿quién carajo gobierna y controla Quecholac?
Porque me parece que aquí es cuando aplica el dicho “no tiene la culpa el indio sino quien lo hace compadre”.
Es el momento justo cuando nuestras autoridades nos tienen que mostrar de qué están hechas. Es cuando deben enviar el mensaje de que al gobierno se le respeta porque es responsable de la seguridad de los poblanos.
¿O cuántos toñínes más necesitamos para que en Puebla se muestre que sí se hace valer la ley y el orden?
¿Hasta cuándo vamos a seguir viendo episodios de estos en los que la delincuencia se sigue burlando del gobierno?
En lo personal, creo que ya es suficiente y se tiene, necesariamente, que actuar para que la Marina y el Ejército se hagan respetar por delincuentes chicos, medianos y grandes.
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