No es casualidad que la mentada asociación civil “Poblanos Unidos por la Profesionalización del Servicio Público”, que encabeza Alejandro Ruiz Cabrera, realice “evaluaciones gubernamentales” en Puebla sexenio tras sexenio.
Y es que el modus operandi de la A. C. pato es muy burdo y sencillo: analizan, evalúan, pegan y obtienen ganancias.
Sobre todo cuando sus representantes y asesores están en busca de hueso para poder vivir del erario y chupar la sangre -como sanguijuelas- al gobierno.
Por ello, al mentado Alejandro Ruiz y a su panda de asesores no les da rubor alguno salir a despotricar contra el gobernador en turno si es que hay “negocio” de por medio, como ellos lo expresan.
Y más aún si se trata de un gobierno legítimo, transparente y abierto como el de Alejandro Armenta Mier, quien si bien es tolerante, no sabe dejarse ni mucho menos permite que lo chantajeen; tampoco se amilana ante las estupideces que vomitan sus detractores.
Ni el representante de esta A. C. pato, ni su principal asesor y gestor, Manuel Carmona Sosa, exdirector del Registro Civil de Estado, quien es el verdadero “cerebro” y autor de las evaluaciones pato, tienen cara para calificar a nadie.
¿En calidad de qué se atreven a enjuiciar, evaluar y revisar las acciones del gobierno, de los funcionarios, o de cualquier ente gubernamental o privado?
¿Quién le dijo a estos loquitos que tienen la calidad moral para tasar las acciones de quien se les pegue la gana?
Más aún cuando la ambición les gana y se conducen por un evidente interés laboral y económico.
Y peor todavía, cuando Manuel Carmona, el artífice de las sandeces que expresan los representantes de Poblanos Unidos en sus conferencias de prensa, tiene una larga cola y un abultado expediente de corruptelas en su paso por el Registro Civil.
Y lo mismo sucede con Manuel Bravo, extrabajador del Sistema Operador de Agua Potable y Alcantarillado de Puebla (Soapap).
Ni a cuál irle, dijera mi abuelita Lupita.
Empero, recordemos un poco del pasado reciente de Manuel Carmona, quien fue uno de los funcionarios más cercanos del exgobernador Luis Miguel Barbosa Huerta, quien lo nombró y le regaló su beca en el Registro Civil del estado.
Aunque, de allí, fue echado a patadas, por la puerta de atrás, debido a que se le acusó de armar toda una red de corrupción para lucrar con todos los trámites que ofrece la dependencia, desde el proceso para casarse, los juicios, las enmiendas en actas de nacimiento, los registros extemporáneos y las actas de defunción.
El medio Reporter@ y el periodista Carlos Clemente han documentado en su momento muchas de las corruptelas perpetradas por Manuel Carmona, quien siempre se jactó de ser uno de los protegidos y favoritos del barbosismo.
Además, se ha señalado que el entonces titular del Registro Civil contaba con la venia del hoy diputado local Julio Huerta Gómez, exoperador de Miguel Barbosa y exrival de Alejandro Armenta en la carrera por la candidatura de Morena a la gubernatura de Puebla, así como contaba con la colaboración de la subdirectora general, Alejandra Guadalupe San Martín Huerta, sobrina del ex diputado federal Saúl Huerta, acusado por pederasta.
Además de ellos, otros funcionarios que fueron señalados por formar parte de la citada red de corrupción son: Adrián Juárez Núñez, jefe de Ratificaciones; los jueces Javier Jara Fregoso, José Arturo Parra Rodríguez, Daniel Ruiz Jerónimo, David Santos, Carmen Ruiz, Paola Díaz Aranda, Julio Adolfo Fierro Kauffmann, Rubén Darío Jiménez Mejía, Rafael Adame Gómez, entre otros.
La trama macabra de Manuel Carmona también incluía, aseguran, la complicidad de los cinco jueces de la zona metropolitana, quienes operaron con la complacencia de la Secretaría de Gobernación que encabezada, ¿quién creen?, así es, Julio Huerta.
De hecho, Manuel Carmona fue uno de los críticos más severos del gobernador Armenta, a quien se encargó de armar una campaña negra para desprestigiarlo e impulsar las aspiraciones de Huerta Gómez.
El caso de la A. C. “Poblanos Unidos por la Profesionalización del Servicio Público”, el de Alejandro Ruiz y el de Manuel Carmona es muy claro, pues utilizan su asociación pato para pegar, chantajear y después cobrar.
Estos sujetos, quienes controlaban el Registro Civil fueron capaces de ofrecer incluso “Bodas a la Carta” en los distintos juzgados, organizadas con canapés y vino, o en algún salón social que ellos mismos eligieran.
Las tarifas del servicio del Registro Civil se ofrecían según las posibilidades económicas de los interesados.
Un ejemplo de todo lo que Manuel Carmona se comió en su etapa de servidor público, junto con sus huestes, es el apoyo que ofrecían los jueces fuera de las oficinas, el cual llegaba a cobrarse –en fin de semana– de 2 mil 300 hasta los 5 mil pesos.
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