La semana pasada durante el desarrollo de la jornada electoral en el Estado de México, se viralizó una foto compartida por la candidata de la Alianza Va por México donde se le veía rodeada de puros hombres, entre quienes se encontraban los dirigentes de los tres partidos que conforman la alianza e integrantes de su partido y su equipo cercano.
Sin embargo, la imagen es muy relevante porque retrata de forma perfecta la forma tan inequitativa en la que se distribuye el poder al interior de los partidos políticos y en general en el sistema político.
Sí había una candidata (por una cuestión de paridad), pero las dirigencias de los partidos están TODAS en manos de hombres, sea el partido que sea. Las coordinaciones de los grupos parlamentarios en San Lázaro, todas en manos de hombres. Luego entonces ¿Por qué las mujeres no pueden acceder a esas posiciones? ¿Por qué siguen reservadas para un Club de Toby?. La respuesta tiene que ver básicamente con un concepto invisible pero presente en México y en todo el mundo, el famoso Techo de Cristal.
El Techo de Cristal es un concepto utilizado para definir la obstaculización de las mujeres para acceder el ejercicio real del poder. Las mujeres han crecido y escalado en la pirámide el poder, básicamente gracias al sistema de cuotas y a la lucha por hacer de la paridad un principio constitucional, sin embargo, existe un nivel al que ya no pueden ascender, y es la punta de la cima, la punta de la pirámide donde realmente se ejerce el poder.
Y esta condición no es única de México, lamentablemente se encuentra presente en todo el mundo. Recientemente ONU Mujeres publicó un estudio en donde mapeó la presencia de las mujeres en las posiciones de poder en todo el mundo, y llegó a una conclusión muy preocupante: las mujeres están subrepresentadas en todos los niveles de toma de decisiones en todo el mundo, además de que la paridad de género en la vida política está aún muy lejos de alcanzarse.
Solo 31 naciones cuentan con una jefa de Estado y/o de Gobierno, y los espacios en los parlamentos también están altamente masculinizados, pues solo el 26.5% de los escaños son ocupados por mujeres.
Además de que, si bien las mujeres dirigen importantes carteras en las naciones, éstas se concentran en temas de Derechos Humanos, Igualdad de Género, y Asistencia Social, sin embargo, no llegan a ocupar posiciones de Gobernación, Defensa, Seguridad y Economía.
Escenario que también se replica en México, pues, aunque ha habido avances en materia de paridad, la brecha aún es amplia, de 32 entidades las mujeres únicamente gobiernan 10, los espacios en las legislaturas son más paritarios, pero las coordinaciones de grupos parlamentarios y las juntas de coordinación política, espacios donde verdaderamente se detenta el poder parlamentario, siguen negadas para las mujeres pues literalmente son clubs “de caballeros”. Ninguna mujer dirige los partidos a nivel nacional y jamás ha habido una mujer presidenta en el país.
¿Se sumará México a una de esas 31 naciones en el mundo dirigidas por una mujer? ¿México tendrá por fin a su primera mujer presidenta? Ya falta menos para saber si el techo de cristal de la Presidencia de la República por fin se derrumba.
