Este lunes, el Congreso del Estado de Puebla discutirá y avalará la iniciativa para despenalizar el aborto en el estado, y esto ha generado un sinfín de críticas sociales, eclesiásticas y hasta políticas en torno a la decisión de las mujeres de decidir sobre su propio cuerpo.
El pasado viernes 12 de julio, se resolvió con cinco votos a favor, cero en contra y una abstención, en la Comisión de Procuración y Administración de Justicia del Congreso del Estado de Puebla, el derecho de decidir sobre si una mujer quiere o no ser madre.
De avalarse, Puebla se convertirá en el decimocuarto estado en legislar que las mujeres gestantes puedan acceder a un aborto legal, esto hasta antes de las doce semanas de embarazo.
El aborto ha sido un tema tabú, incluso innombrable e inmoral durante muchos años, al ser Puebla un lugar conservador, sumamente católico, en el que el derecho a la vida no está a discusión ni depende del Congreso, sino de algo divino que una vez que ocurre (la fecundación), es pecado y motivo suficiente para irse al infierno si es que se interrumpe.
El problema, creo, radica en que se está interpretando como un tema de libertinaje, promiscuidad y hasta como método anticonceptivo, más allá de ver lo evidente; es un tema de salud pública que, nos guste o no, cobra la vida de muchas mujeres o que termina por ser negocio de clínicas clandestinas que no son reguladas por ninguna autoridad.
Una mujer con todos los recursos económicos a su favor que decide no tener hijos no es más que una mujer de escasos recursos y que, de igual manera, decide no ser madre, con esto quiero decir que el aborto no respeta condición económica.
El aborto, aunque no nos guste, forma parte de la salud reproductiva, tristemente, solo de la mujer, ¿por qué tristemente?, porque, digan ustedes ¿dónde queda el papel del hombre?, para que el embarazo se dé, se necesita del espermatozoide de un hombre y el óvulo de una mujer, entonces ¿por qué juzgar solo a una de las partes?, en fin, eso es tema de otra discusión.
Evidentemente, en este tema entran en juego muchos puntos, uno de los más discutidos es si el embarazo sucedió por un abuso sexual, que más a favor de la despenalización tendría que aprobarse, pero, en caso de que ocurra por un descuido anticonceptivo o por falta de educación sexual, nada ni nadie tendría que intervenir en la LIBRE DECISIÓN de una mujer de ser o no madre.
Otro punto de vista es el de la Iglesia, como si se tratara de una lucha de religiosos contra la sociedad, una que, por cierto, se ha vuelto experta en decidir sobre cuerpos ajenos, pero no lo suficientemente crítica en la vida privada de cada uno, porque qué buenos nos hemos vuelto como juzgadores, ahora resulta que todos son provida, pero no atienden sus propias obligaciones.
El punto que más se critica, supongo, es el de la mujer en la sociedad, porque el acceso a un aborto libre, gratuito y legal, le da el poder de decidir sobre su libertad reproductiva y autonomía personal, porque si es un derecho tener hijos, ¿por qué no lo es el no tenerlos?
Una persona que no toma decisiones sobre su propio cuerpo, entonces, no es libre, y si no se es libre, no se puede decidir sobre el futuro; por ende, penalizar y estigmatizar a una mujer únicamente por no querer ser madre y decidir abortar la MARGINA, y esa es una especie de DISCRIMINACIÓN.
Disculpe usted, conservador o conservadora, duele en una falsa moral y molesta en una hipócrita sociedad reconocerlo, pero no es posible que el mayor grupo social en la tierra sea integrado por mujeres, y que sean, a estas alturas de la humanidad, criticadas por algo que se ha realizado desde tiempos recónditos, que tienen registro en los papiros egipcios con más de 3 mil 500 años de antigüedad y de una manera más frecuente de lo que hay en la actualidad, solo que antes, las mujeres eran tratadas como OBJETOS DE REPRODUCCIÓN y no como seres humanos.
Asumamos todos el papel social que nos toca, todas las personas tenemos derecho a la autonomía reproductiva, por lo que los hombres, al igual que las mujeres tendrían que asumir la responsabilidad de educarse y cuidarse para evitar un embarazo no deseado, así como asumir el aborto como lo que es, un procedimiento médico.
En el mundo, existen 25 millones de abortos inseguros cada año, según cifras de la Organización Mundial de la Salud, que terminan por quitarles la vida o dejar incapacitadas a las mujeres, definitivamente algo no estamos haciendo bien…