Dicen los que saben que ayer, el gobernador del estado, Alejandro Armenta, soltó una frase que bien podría enmarcarse en la entrada de todos los recintos oficiales:
“La crítica nos sirve, nos ayuda, nos permite no volar. Cuidado con volar los que hacemos política…”
Y es que no lo dijo al aire.
Fue un mensaje duro, directo, sin maquillaje, como diciendo: “a ver, señores políticos, bájenle tres rayitas a su ego”.
Y tiene razón.
En Puebla, más de uno ya se siente emperador del siglo XXI, tan alto en su nube de poder que cualquier crítica, por mínima que sea, la siente como ataque personal.
La realidad es que hay quienes, al primer señalamiento bien argumentado, en lugar de revisar sus errores, sacan la espada y nos etiquetan como:
“Opositores”, “amarillistas”, “agitadores”… ¿Y todo por qué? Porque no les aplaudimos.
Vaya, no falta quien, tras una columna crítica, te deje en visto, te bloquee, o de plano te borre del mapa. ¿Y saben qué? Se vale. Cada quien con su tolerancia.
Pero dicen los que saben que si de verdad van a jugar al político de altura, primero aprendan a aterrizar.
Lo dicho por el gobernador Armenta no es menor.
El mensaje no solo fue para los medios (que ya estamos curtidos), sino para sus propios compañeros de oficio:
“Cada vez que un medio nos critica, tenemos que poner los pies en el suelo para entender que podemos estar cometiendo errores”.
¿Verdad que duele? Pues que sirva.
Porque el periodismo no está para endulzar oídos ni para alimentar egos. Está para cuestionar y sí, de vez en cuando, reconocer los buenos resultados.
¿Que qué políticos? Luego les digo nombres. Ya saben, no falta el sensible que se ofende, se enoja y nos deja de hablar. Pero, como diría el clásico: “Si te quedó el saco…” ¿O no?
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