Dicen los que saben que no hay duda de que el 2024 será un año que pasará a la historia política de México.
Después de 200 años de innumerables luchas sociales encabezadas por mujeres que van desde el primer voto de la mujer en 1955 y la búsqueda de la paridad de género.
Hasta el día de hoy con la llegada de Claudia Sheinbaum a la Presidencia de la República.
México vive un momento simbólico, no solo en el avance de la agenda de género, sino una transformación profunda en la representación política del país.
Hay quienes dicen que la llegada de Sheinbaum al poder no es un caso aislado, sino parte de una ola global que ha impulsado a mujeres a ocupar posiciones de liderazgo, desafiando estructuras patriarcales históricas.
El punto es que este primero de octubre inició una nueva forma de hacer política, hacia un modelo más inclusivo que integre a las mujeres en roles de toma de decisiones.
Solo no olvidemos que la política mexicana sigue siendo un terreno complejo, donde la narrativa de “el tiempo de las mujeres” también enfrenta escepticismo.
Por un lado, su cercanía con AMLO podría limitar su independencia y su gestión podría seguir estando enmarcada en las mismas dinámicas de poder que han mantenido a las mujeres en posiciones subalternas.
Mientras que, por otro lado, Sheinbaum tendrá que diferenciarse y demostrar que su liderazgo puede traducirse en cambios estructurales que beneficien a todas y todos los mexicanos.
Por lo mientras, Claudia Sheinbaum tendrá seis años para consolidar su lugar en la historia, no solo como la primera presidenta de México, sino como una líder auténtica del cambio social. ¿O no?
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