Ya ni siquiera es novedad en el estado que el municipio de Nopalucan, gobernado por Morena y por Porfirio Peralta Benítez, esté convertido en un pueblo sin ley.
Porque en esta región poblana puede haber golpiza, robos, balaceras, una masacre, y ni el supuesto encargado de la gobernabilidad en el estado, Julio Huerta Gómez, quien está más preocupado en figurar como candidato al gobierno en 2024, se inmuta o se preocupa por nada.
Por cierto, ¿conocerá Nopalucan?
Porque en aquel municipio presidentes municipales van y presidentes municipales vienen y nadie logra poner orden, ni brindar desarrollo y mucho menos transparentar la rendición de cuentas.
En Nopalucan se vive la misma historia de siempre, pues han gobernado el municipio ediles y regidores que ni siquiera son de la comunidad.
Por algo les vale madre.
El caso es que Nopalucan está ubicado entre el municipio de Acajete y el de Lara Grajales, aunque cruzar la región es como viajar en el tiempo, por el olvido y la marginación en que se encuentra su población.
Y así ha permanecido desde hace lustros, pues son unas cuantas familias las que se pasan el poder de mano en mano, no para gobernar, sino para hacer negocios y enriquecerse en lo particular.
Es el caso del edil Porfirio Peralta, quien, junto con su esposa, Raquel Cassal Tzompantzi, constantemente se enfrenta a los habitantes de Nopalucan, quienes les reclaman sus excesos y sus pillerías.
El último enfrentamiento con sus gobernados se dio ayer, cuando un grupo nutrido de pobladores exigieron les fuese entregado un fertilizante distinto al de hace un año, pues el nuevo, a decir de ellos, no sirve para nada.
Y es que el Ayuntamiento de Porfirio Peralta adquirió un grano que simplemente no les funcionó a los cultivos para crecer sino todo lo contrario, por lo que sólo generó una pérdida de dinero a los ejidatarios.
El caso es que ayer, los ejidatarios -indignados- acudieron al ayuntamiento de Nopalucan para solicitar, por enésima ocasión, un acuerdo mediante el cual se establezca una mesa de diálogo a fin de analizar cuál es el mejor abono y sea el que adquiera la autoridad.
Pero lejos de buscar paz y un acuerdo, el edil se montó en su macho, se puso terco, y, con una soberbia inaudita, les advirtió que él daría ese fertilizante, así que le hicieran como quisieran.
Asimismo, les dijo que las cosas eran así y para eso él era el presidente municipal, por lo que se aguantaran con lo que había comprado la presidencia. Acto seguido, les exigió a los ejidatarios que se largaran y se encerró en la presidencia.
Empero, ya temeroso porque los ejidatarios no se iban, Porfirio Peralta solicitó el apoyo de la Guardia Nacional y la Policía Estatal, a fin de que sus elementos lo rescataran, cosa que no funcionó porque los ejidatarios arrancaron la puerta principal del palacio y entraron a la fuerza.
Fue en ese preciso momento cuando se armó el Rosario de Amozoc, por lo que los gendarmes tuvieron que proteger al edil, a quien tuvieron que sacar para salvarlo de ser linchado.
De sobra está decir que los pobladores y ejidatarios de Nopalucan se apoderaron de la presidencia municipal.
De la misma forma, unos 200 ejidatarios y pobladores de la región cerraron el paso de la carretera Amozoc-Nautla, a la altura del crucero denominado “La Venta”.
¿Qué estará esperando Julio Huerta para poner orden en Nopalucan y poner un alto a las acciones del edil Porfirio Peralta?
Ojalá que el gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina tome cartas en el asunto para que exista paz en Nopalucan.
Sobre todo porque ayer los pobladores del municipio advirtieron que iniciaran un nuevo movimiento, a fin de que el presidente Porfirio Peralta se vaya, por las buenas o por las malas.
¿Ahora con qué cara el edil Porfirio Peralta intentará convencer y engañar a las nuevas autoridades del estado de no rompe un plato, o de que es una blanca paloma y una dama de la caridad?
Quienes lo conocen saben que es el responsable de la inseguridad en Nopalucan y en toda la región de Audi y Ciudad Modelo, hasta Tepeaca.
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