Tuvo su época política dorada en medio de la polémica y el escándalo.
Unos de acuerdo, otros no, pero siempre congruente en lo que decía, pensaba y hacía.
Cómo olvidar la bilis que le hizo derramar a políticos templados como Don Manuel Bartlett.
Cómo olvidar esa escena dantesca en medio de gritos dignos de un melodrama telenovelero.
Una política tirada en el suelo en el recinto legislativo hace años, le alimentó la fama.
Hoy, pareciera que vive en el exilio político.
Ese exilio a la que la arrojó su partido –el blanquiazul- cuando se tiñó de colores múltiples.
Pero de algo hay que estar seguros. En la política nadie está muerto.
Los políticos –los colmilludos- saben repegarse, lamerse las heridas y volver fortalecidos.
Enfrentada con el aparato gubernamental –con inteligencia- ha sabido mantenerse a flote.
Tratando de recuperar la esencia de su partido, Ana Teresa Aranda es una guerrera que observa y se prepara.
Ha sabido hacer de la adversidad su escuela y se prepara para enfrentar la batalla del 2016.
No la pierda de vista. De las mujeres, una política rescatable que significa un dolor de cabeza para los morenovallistas.
NI LOS VEN NI LOS OYEN
Deambulan por los pasillos del recinto legislativo.
Quizás se imaginaron que el Palacio de San Lázaro les daría la calidad de princesas y príncipes.
A excepción de algunos que ya traen callo político, se pierden en la inmensidad de las relaciones que tienen los viejos lobos de mar.
Ni los ven ni los oyen. Al menos cuando oprimen su voto, saben que existen por el tablero electrónico.
Legisladores cuya bancada parece llevar la insignia de la derrota, de los que hieden.
Sin importar el color del partido, se pierden, no figuran.
Damas y caballeros cuyo mérito es ocupar parte del salario en comprar ropa de marca que al menos los hagan lucir con “diputados”.
Y algunos llevan la penitencia, en el coordinador parlamentario que les tocó.
Algunos preocupados más por tener oficinas remodeladas que por representar y hacer valer la importancia de sus compañeros legisladores.
Como si una vice coordinación o una presidencia de comisión les diera la representatividad.
Una representatividad olvidada que tiembla cuando se trata de posicionar a sus compañeros.
Al que le quede, que se lo ponga pero que se lo ponga bien.
DE LO QUE CUENTAN
En los pasillos y las sobremesas es común escuchar el tema de la sucesión gubernamental del 2016.
Muchas historias y leyendas urbanas se escriben.
Lo cierto es que el panorama cada vez se vislumbra más claro.
Por parte del PAN, Antonio Gali; más que definido, más que alistado para la batalla.
Por parte del PRI, un escenario que no es descabellado: Una mujer de causas a la cabeza con un coordinador de campaña que se enfrentó en la pasada elección reciente al morenovallismo.
Bueno al menos, es lo que una mente piensa y contó en aras de seguir dirigiendo los destinos de un partido en aras de recuperarse.
Los demás aspirantes, dice que tendrán su recompensa en una curul local y otros más en alguna delegación.
Comentarios jose.tome.c@gmail