Mircea Gabriel llegó a México desde Rumanía y, sin más herramientas que sus manos, empezó a sanar a personas con dolores físicos en pleno Centro Histórico de la ciudad de Puebla.
Primero se instaló en una banca junto al edificio Carolino de la BUAP, pero su presencia llamó tanto la atención que en pocos días la gente comenzó a hacer fila. Ante la multitud creciente, se mudó al Paseo Bravo, donde continúa ofreciendo lo que llama una “canalización de energía”.
Esta semana, su historia dio un salto: fue invitado al programa “Venga la Alegría”, uno de los más populares de TV Azteca.
Ahí explicó que su técnica no es medicina ni ciencia, sino una forma personal de conectar con las personas a través de la energía que, asegura, fluye desde sus palmas hacia las zonas afectadas del cuerpo.
Durante la entrevista, Gabriel fue claro: no cobra una tarifa fija, solo acepta donaciones voluntarias.
“No quiero que nadie se quede sin ayuda solo por no tener dinero”, dijo, recalcando que su intención es atender a todos por igual.
Los conductores del programa quedaron tan sorprendidos que le ofrecieron organizar una “sanación masiva en la Ciudad de México”, propuesta que Mircea aceptó sin pensarlo demasiado.
Aunque no promete milagros, afirmó que puede aliviar algunos dolores, incluso en pacientes con enfermedades graves como el cáncer.
Pero también fue enfático: no cura enfermedades, ni pretende reemplazar un tratamiento médico.
Sobre su futuro, el curandero dijo que planea quedarse en Puebla por tiempo indefinido. De hecho, el Ayuntamiento ya se acercó a él para ayudarlo a abrir un espacio formal y dejar de atender en la vía pública.
“Quería sentir que estaba en otro planeta”, dijo Mircea sobre su experiencia en México. Y parece que, para muchos, su presencia también ha sido algo fuera de este mundo.