“Veracruz está maldito”, aseguran veracruzanos, quienes han sufrido los peores gobiernos de manos de Fidel Herrera, Javier Duarte y Cuitláhuac García. Pero ahora enfrentan algo peor: Rocío Nahle, una gobernadora que no sabe que lo es.
Desde el primer momento de la información de los daños causados por las lluvias, el gobernador de Puebla, Alejandro Armenta, se dirigió a Huauchinango a atender la emergencia.
Desde el principio brindó información a medios y comunicó en sus redes las acciones realizadas.
El Plan DN-III-E se activó de inmediato y la solidaridad de empresarios como los de la CMIC y Coparmex lució sin decir mucho, para atender la urgencia, para tratar de ir regresando a la normalidad en las vías de comunicación.
El domingo, la presidenta Claudia Sheinbaum estuvo en Huauchinango con el gobernador, regañó al alcalde y atendió a los ciudadanos.
Pero la realidad de Veracruz fue distinta. La gobernadora Nahle desdeñó la tragedia, fue ineficiente e indolente.
Intenta callar a los damnificados que reclaman, desconoce detalles de los saldos y huye de las demandas.
Es el ejemplo de la mediocridad, de la incapacidad para atender no solo la normalidad –que ya demostró no poder mover un dedo– sino la emergencia.
Pobre Veracruz.
Muchas gracias. Nos vemos la próxima aquí y en mis redes como @erickbecerra1.
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