Dicen los que saben que a nadie le gusta un regaño, y menos si llega frente a todos.
Pero si el regaño viene de la mismísima presidenta de la República, entonces no es un simple jalón de orejas… digamos, se vuelve en un trago amargo.
Y eso fue exactamente lo que vivió el alcalde de Huauchinango, Rogelio López Angulo, quien terminó siendo el protagonista –aunque no precisamente el héroe– de un episodio incómodo durante la visita de Claudia Sheinbaum.
El motivo: la evidente falta de previsión y respuesta ante los recientes desastres naturales en su municipio.
Los habitantes aseguran que el edil brilló por su ausencia cuando más se le necesitaba, y ya se sabe que la presidenta no perdona la omisión ni la indiferencia.
El mensaje fue claro, directo y con destinatario visible.
Lo curioso es que el gobernador Alejandro Armenta observó en silencio y dejó que el fuego político hiciera su trabajo.
A fin de cuentas, en política, a veces conviene dejar que el adversario se cocine solo.
Hoy, la imagen del morenista López Angulo quedó raspada, dañada y tirada en la cuneta del desprestigio.
Y aunque el 2027 todavía parece lejano, muchos en Huauchinango ya piensan dos veces antes de volver a depositar su confianza en él o en su “delfín”.
Mientras tanto, el regaño presidencial retumba como eco en la sierra poblana.
Veremos si el alcalde finalmente se pone a trabajar, porque hoy más que nunca Huauchinango necesita manos, no excusas.
Bien dicen los que saben que en política la forma es fondo, y cuando el regaño es público, el mensaje no se lanza al aire: va directo a todos los que andan confiados, creyendo que el manto guinda los protege de todo.
Ya vieron que no es así. ¿O no?
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