Hablar de la migración poblana y particularmente de los hombres y mujeres de la región de la Mixteca que radican en Nueva York es hablar de resistencia, de lucha cotidiana y de una capacidad de organización que pocas veces recibe el reconocimiento que merece.
En medio de un clima tan hostil como el que atravesamos, donde la xenofobia y las políticas migratorias punitivas marcan la pauta, han surgido liderazgos que encarnan lo mejor de la solidaridad comunitaria. Entre ellos destaca Lorena Korousias, directora de la organización Mixteca, quien se ha convertido en una voz indispensable para miles de familias inmigrantes.
Fundada en los años noventa en Sunset Park, Brooklyn, uno de los barrios que concentra el mayor número de migrantes de origen mexicano en Nueva York, Mixteca nació con un objetivo claro: atender las necesidades urgentes de una comunidad que llegaba en masa a esta ciudad, en muchos casos sin papeles, sin inglés y sin acceso a servicios básicos. Con el tiempo, lo que comenzó como un esfuerzo modesto en el sótano de la casa del doctor Gabriel Rincón, se convirtió en una institución de referencia para los migrantes, particularmente los provenientes de la Mixteca poblana y oaxaqueña.
El trabajo de Korousias y su equipo va mucho más allá de repartir despensas. Hablamos de programas de asesoría legal, de orientación en temas de salud, de apoyo psicológico y, sobre todo, de una labor educativa para empoderar a la comunidad migrante. Su enfoque integral atiende tanto lo inmediato –el hambre, la falta de vivienda, la necesidad de transporte– como lo estructural: los derechos laborales, el acceso a la salud y la regularización migratoria.
En un país donde el discurso oficial criminaliza al inmigrante, la labor de Mixteca, que tiene alrededor de 35 mil beneficiarios directos e indirectos anualmente, es profundamente política. No porque haga proselitismo partidista, sino porque reivindica algo básico: que los migrantes son seres humanos con derechos, con historias y con sueños que merecen respeto y vivir con dignidad. Lorena Korousias, una psicóloga originaria de la Ciudad de México, entiende que la integración no se logra con discursos, sino con acciones concretas como lo son el acceso a salud, la defensa legal, la comida en la mesa y la orientación para navegar en un sistema que suele excluir a los más vulnerables.
Hoy más que nunca, cuando las redadas de ICE y las decisiones judiciales ponen a la comunidad latina en el centro de ataques racistas, la existencia de espacios como Mixteca es vital. Es un recordatorio de que la verdadera fortaleza de una sociedad no se mide por sus muros ni por sus leyes migratorias, sino por la capacidad de tender la mano al más vulnerable.
Mixteca no solo apoya a los migrantes: construye comunidad, identidad y esperanza en medio de un entorno adverso. Y esa labor, liderada por Lorena Korousias, merece no solo reconocimiento, sino apoyo decidido de todos los que creemos en un futuro donde la justicia social no sea una promesa, sino una realidad.
Desde la Gran Manzana
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