A Imelda Gil Osorio se le puede aplicar a la perfección el dicho de que “el pez muere por su propia boca”, pues exactamente en un año pasó de ganar la alcaldía de San Buenaventura Nealtican con una amplia ventaja de 9 puntos frente a su rival del PRI y el PAN, como resultado de alta popularidad que le dio ser activista religiosa, a que ahora está en riesgo de caer del cargo ante cualquier pequeño empujón. Todo como consecuencia de que llegó a gobernar haciendo todo lo contrario a lo que ofreció en la campaña electoral de 2024.
Una explicación de por qué ha vivido una meteórica caída en el índice de confianza de sus gobernados, es por los yerros que acostumbra cometer el Partido del Trabajo (PT), que postula candidatos a cargos de elección popular sin fijarse en las capacidades de sus abanderados.
Imelda Gil logró obtener la candidatura del Partido del Trabajo por su cercanía con la senadora Liz Sánchez, quien controla al PT en el estado y nunca ha demostrado, desde que fue diputada local y después parte del gabinete estatal, entender a los movimientos sociales.
Gil Osorio llegó a la candidatura sin tener experiencia en el terreno político y, al parecer, sin entender lo que significa el conflicto de la disputa por el agua en una comunidad como Nealtican que, hace 31 años, sufrió una brutal represión del Poder Ejecutivo estatal para obligar a la colectividad de este pueblo –ubicado en las faldas del Popocatépetl– a entregar sus recursos hídricos a la capital de la entidad.
Es una herida que sigue abierta, entre los pobladores jóvenes y los ancianos que vivieron el oscuro episodio de la represión policiaca de hace tres décadas.
Todo indica que la popularidad de Imelda Gil Osorio para obtener la postulación petista únicamente se redujo al tema espiritual, tal como se desprende de la reseña que, se supone, ella misma elaboró para el sitio Saber Votar, en donde se indica que su trayectoria se reduce al tema de sus creencias, sin mencionar cuál es su culto religioso. Esto fue lo que se publicó:
“Con una experiencia de más de quince años en el servicio religioso comunitario, ha desempeñado varios roles, incluyendo maestra de clases dominicales para niños, jóvenes y matrimonios, coordinación de eventos matrimoniales y para mujeres, y asuntos públicos religiosos. Ha apoyado significativamente a numerosas personas dentro de la comunidad” (Sic).
Lo que prometió defender, ahora lo quiere ceder
El problema de fondo es que en la campaña electoral se empeñó en prometer que si ganaba los comicios protegería el agua de Nealtican, que es un municipio asentado sobre el acuífero de la zona de los volcanes.
En Nealtican decir que se va a defender el agua no es una promesa menor, significa que ya no se va permitir que el líquido se lo lleven a la ciudad de Puebla, pues de manera contradictoria y absurda, en esta demarcación hay escasez de agua potable y la red hidráulica no llega a todas las familias del municipio.
Los 31 años que han pasado desde que se firmó, por la fuerza, la entrega del agua a la capital no se ha traducido en progreso social para esta comunidad que no rebasa los 10 mil habitantes, que se dedica al campo, a la producción de adobes y que tiene una mayoría de fieles cristianos, que rebasa en mucho a los católicos.
En 1994, el Gobierno estatal hizo público que extraería agua de la región de Nealtican y entonces, el grueso de la población, organizada por los pastores cristianos, salió a marchar a la ciudad de Puebla para negarse al proyecto oficial.
Frente a la ex Penitenciaria de San Javier, en la avenida Reforma del Centro Histórico de la ciudad de Puebla, los manifestantes fueron enfrentados y acorralados por docenas de granaderos, al mando de celebre represor, el mayor José Ventura Rodríguez Verdín.
El saldo fueron cientos de campesinos, entre ellos mujeres y niños, golpeados, rociados con gas lacrimógeno y que fueron obligados a esconderse debajo de autos, de lo que encontraron, para evitar la refriega policiaca.
En ese episodio acabaron detenidos los principales líderes religiosos del pueblo, a quienes se les acusaba de incitar al desorden público.
Un día después de la represión, se negoció la liberación de los pastores a cambio de un acuerdo para entregar al agua a la capital.
Con todos esos antecedentes resulta suicida que Imelda Gil Osorio, ya instalada en el poder, ahora accede a que Concesiones Integrales siga explotando el acuífero, a cambio de perforar un pozo para la comunidad.
De nada le sirve ahora desdecirse del acuerdo que tiene inconforme al pueblo, que no quiere que se sigan llevando el agua y claman por la caída de la alcaldesa.