En la segunda temporada de Lioness, una muy popular serie de acción de Paramount, se plantea con crudeza un escenario nada alejado de la realidad que México podría enfrentar tras el regreso de Donald Trump al poder en Estados Unidos.
La trama sigue a Joe -jefa de Operaciones Especiales de la CIA- y su equipo enfrentándose a una misión de alto riesgo, en la que la inteligencia del poderoso vecino del norte descubre una peligrosa alianza entre un cartel mexicano de narcotraficantes y agentes chinos que planean atentar contra la seguridad de la Unión Americana.
La suculenta historia gira en torno a Josephina, una nueva recluta de la Agencia Central de Inteligencia que se infiltra en el cartel de su propia familia, “Los Tigres”, para desarticular la red y erradicar la influencia extranjera en el grupo criminal.
Con autorización de la Casa Blanca, y sin avisar de ninguna forma al gobierno de México, se realiza un operativo armado en Coahuila, mismo que culmina con la eliminación del máximo jefe del narcotráfico, quien cae abatido ante los satisfechos ojos de directivos de la CIA.
Más allá de los fuegos de artificio, arquetipos y estereotipos con que las productoras estadounidenses suelen adornan sus series de TV o streaming de este tipo, Lioness plantea lo que muchos hoy están pensando que puede suceder luego que Trump no tardó en cumplir su promesa de declarar a los grupos criminales mexicanos como terroristas.
¿Qué tan probable ese escenario?
¿Van a venir comandos especiales de la CIA o la DEA, o tropas militares, o todos juntos, sin previa notificación al gobierno de Claudia Sheinbaum, por los capos del Cartel de Sinaloa y Cartel Jalisco Nueva Generación, a los que la Cuarta Transformación sólo ha prodigado “abrazos, no balazos”?
¿Trump hará el trabajo sucio que el expresidente Andrés Manuel López Obrador se negó a hacer, y antes, Enrique Peña Nieto hizo a medias?
¿Qué tan real es que eso -que literalmente suena de película- suceda?
¿Cuáles serían las implicaciones?
Según los especialistas de Integralia, lo más seguro es que Estados Unidos comience por congelar los activos de quienes le proporcionen a los cárteles apoyo material deliberado.
También es posible que el Departamento de Justicia ordene operativos encubiertos de fuerzas especiales para capturar y/o “eliminar” a liderazgos de organizaciones criminales, con ataques focalizados a distancia mediante drones.
Sin embargo, es poco probable que el escenario de acciones militares unilaterales se concrete debido a la resistencia institucional del aparato de seguridad estadounidense.
En el caso improbable que sí ocurrieran operativos unilaterales, éstos tendrían un efecto contraproducente, ocasionando fracturas internas en los grupos delictivos, lo que se traduciría en un aumento de los enfrentamientos violentos.
El gobierno mexicano se verá obligado a realizar capturas mediáticas de liderazgos de los cárteles prioritarios para EE.UU., lo que también podría causar estallidos focalizados de violencia debido a las disputas internas y las fracturas de los grupos delictivos.
Por otra parte, la designación de los cárteles como terroristas podría tensar y dificultar los esquemas de cooperación entre agencias de seguridad de México y Estados Unidos.
En términos económicos, la designación supondrá un desafío para las empresas que operan en territorios controlados por el crimen organizado y que se ven obligadas a pagar cuotas de extorsión, a quienes se podría acusar de otorgar apoyo material a organizaciones terroristas.
Asimismo, surgirán retos complicados para las instituciones financieras mexicanas receptoras de remesas.
Finalmente, se podrían reducir los flujos de turismo a entidades federativas con alta presencia criminal.
Un último dato: no hay una cifra exacta, pero se calcula que son millones de mexicanos y mexicanas que, más allá de simpatías partidistas, soberanías y nacionalismos de ocasión, apoyarían un escenario como el planteado por Lioness, serie que -por cierto- cuenta con un reparto multiestelar: Taylor Sheridan, Zoe Saldaña, Laysla De Oliveira, Dave Annable, LaMonica Garrett, James Carroll Jordan, Nicole Kidman y Morgan Freeman.
“Podría ser, podrían pasar cosas extrañas”, amagó un risueño Trump en su toma de protesta.
Y es que, sí, casi siempre la realidad supera a la ficción.