Sigue sumando apoyos y alianzas la fórmula Mario Riestra-Genoveva Huerta para ganar a Eduardo Rivera y sus secuaces la dirigencia estatal del PAN en Puebla.
Tanto, que la fuerza del TUCOL (Todos Unidos Contra Lalo) ya metió miedo, mucho miedo al ex alcalde y fallido candidato a la gubernatura.
Hace unos días se fue a quejar como plañidera con el nuevo dirigente nacional del partido, Jorge Romero Herrera, de “malas prácticas” de la fórmula Riestra-Huerta.
Solo provocó risa, pues si alguien ha incurrido en “malas prácticas” en el proceso interno azul, es él y sus empleados: Augusta Valentina Díaz de Rivera y Marcos Castro.
La dupla Riestra-Huerta ya suma 67 consejeros, más otros tres que están con ellos, pero no han firmado a su favor para no correr riesgos innecesarios.
Eduardo Rivera ya ve venir la derrota y luce desesperado.
La reunión que hace unos días hubo en las oficinas del CEN entre los contendientes, no fue para fijar las reglas de una contienda interna sin golpes sucios, sino el último de los intentos de Eduardo Rivera para empujar una candidatura “de unidad”.
Es decir, que todos se pongan de acuerdo en la repartición del pastel y todos felices y contentos.
Sin embargo, la ausencia de Jorge Romero en dicho encuentro -mandó a un representante de bajo perfil: Juan Carlos Martínez Terrazas, secretario general adjunto del CEN del PAN- dejó en claro que tal candidatura “de unidad”, el último clavo ardiente al cual se aferra Eduardo Rivera para conservar algunos de sus privilegios como actual dueño del PAN en Puebla, es imposible.
Y que Riestra y Huerta van en serio, van derecho, y se enfilan hacia un muy posible triunfo en la asamblea de consejeros del próximo 15 de diciembre.
En ese contexto, llamó poderosamente la atención la ausencia de Eduardo Rivera, de su esposa Liliana, de operadores suyos como Pablo Montiel, en el registro de su títere, Felipe Velázquez Gutiérrez.
La lectura fue: si este pierde, como ya se ve venir, perdió él, no yo.
Fiel a su estilo traicionero, en el que solo sus intereses y los de su familia cuentan.
Ya hay desesperación, Felipe Gutiérrez es una nulidad como candidato -es la opción por descarte más débil del grupo- y no levanta ni con levadura.
De ahí la sucia intentona -hablando de “malas prácticas”- de Eduardo Rivera para maniobrar y lograr que el CEN anule la participación de 11 consejeros estatales -que apoyan a Riestra y Huerta- bajo el pretexto de que no han asistido a las últimas sesiones del Consejo Estatal.
Pero resulta que aunque esto fuera cierto, el padrón de consejeros -el que se utilizará el 15 de diciembre- ya se cerró.
Por lo que ninguna baja, por la razón que sea, puede ser extemporánea o retroactiva. Si se atreven, la marranada va a acabar siendo denunciada en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), donde por cierto ya hay al menos dos impugnaciones: una, del diputado Rafael Micalco, porque el PAN no abrió la elección de la nueva dirigencia a la militancia, y otra, porque en la convocatoria correspondiente no se contempló la medida afirmativa de pueblos indígenas.
Con Riestra y Huerta ya están Mónica Rodríguez Della Vecchia; el esposo de la ex diputada, Pablo Rodríguez Regordosa; Humberto “El Tigre” Aguilar Coronado, Jorge Aguilar Chedraui y un largo y muy poderoso etcétera operando -desde adentro y desde afuera- para seguir amarrando el voto de más consejeros.
Mónica Rodríguez habría negociado convertirse en la próxima dirigente del PAN en la ciudad de Puebla. Ella y su marido tienen 5 consejeros, que apoyarán a Riestra y Huerta en la asamblea.
Con sus dos votos de consejeros, Rafael Micalco se sigue resistiendo. Es un soldado azul sumamente disciplinado. Está a la espera de recibir “línea” del CEN. No se mueve sin que no le digan hacia dónde. Hay que recordar que fue el único diputado -el único- que acató la orden de su dirigencia nacional y votó en contra de la designación de Sergio Salomón Céspedes Peregrina como gobernador sustituto, a la muerte de Miguel Barbosa. Va a esperar un poco más. Pero nadie lo ve del lado de Eduardo Rivera y El Yunque, a menos que se lo ordenen.
El caso del ex alcalde de San Andrés Cholula, Edmundo Tlatlehui Percino, es diferente. Siguen las negociaciones con Riestra y Huerta, quienes le han ofrecido que su esposa, la actual presidenta municipal, Guadalupe Cuautle, coordine a los ediles panistas en el estado y para él, la Secretaría de Fortalecimiento Interno, es decir, la posición número tres dentro del organigrama panista, después de la presidencia y la secretaría general.
En el pasado, en varias coyunturas, Tlatlehui fue aliado de Riestra y Riestra de Tlatlehui. Hoy, debido a varios incumplimientos del ex candidato a la alcaldía de Puebla, Tlatlehui desconfía de Riestra, pero más, mucho más de Eduardo Rivera y sus secuaces. Lo más probable es que se acabe sumando a la fórmula Riestra-Huerta, aunque hasta no ver no creer…
Lo cierto es que cada vez el TUCOL toma más fuerza y si bien nada está escrito -menos en piedra-, todo parece indicar que estaría por terminar el dominio de Eduardo Rivera en el panismo poblano.
Aunque él ya ganó, como siempre: su esposa es diputada federal, sus particulares quedaron más que protegidos -política y económicamente- y él forma parte del Comité Ejecutivo Nacional.
Porque desde muy joven aprendió a ganar incluso perdiendo. Al más puro estilo de El Yunque.