Aunque parezca increíble en el PRD todavía no se acaba de apagar la flama de la esperanza de que el partido pueda literalmente “ser revivido”, aunque sea con “respiración artificial”. Por esa razón dos facciones de esa fuerza política en desgracia y ya casi extinta están afanosamente “tocando la puerta de la 4T” para intentar emprender una negociación que le permita al instituto del sol azteca en Puebla rescatar el registro local, recibir prerrogativas y presentarse en los comicios intermedios de 2027.
Se sabe que ese canal de comunicación con los líderes de la 4T en el estado de Puebla lo están buscando abrir los líderes de la llamada corriente de “Los Chuchos”, o Nueva Izquierda, que es la tribu que se quedó hasta el final con el control del partido a nivel nacional y es la responsable de que la agrupación acabara siendo un apéndice de la derecha –es decir del Prian—, sin la identidad de izquierda con la que se constituyó en 1989 por su líder fundador, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
Jesús Ortega y Jesús Zambrano son quienes estarían a nombre de Nueva Izquierda queriendo “sensibilizar” a los dirigentes políticos de la 4T poblana para que les den una nueva oportunidad.
Otra expresión perredista que estaría en una línea similar son los hermanos Roxana y Vladimir Luna Porquillo, que nacieron, crecieron y se desarrollaron políticamente en el PRD.
Si los hermanos Porquillo no logran sacar de “la morgue” a este partido y hacerlo “volver a respirar”, prácticamente se quedan sin nada que les permita seguir luchando para ocupar un lugar en el poder público de la entidad poblana.
Hasta ahora pareciera que los esfuerzos, de “Los Chuchos” y los hermanos Porquillo, se han topado con un muro infranqueable.
En la 4T a nadie le ha interesado “revivir al muerto”, sobre todo cuando es el partido de donde salieron muchos de los cuadros básicos que fundaron Morena, la fuerza política en el poder.
La apuesta del PRD poblano es que postule candidatos a alcaldes en los cuatro municipios en que habrá comicios extraordinarios, que son Xiutetelco, Ayotoxco de Guerrero, Chignahuapan y Venustiano Carranza.
Y que en esas contiendas, el PRD obtenga una cantidad copiosa de sufragios que le de la oportunidad de alcanzar el 3 por ciento de la votación estatal –que se registró en los comicios de este año— y pueda cubrir el requisito para obtener el registro como partido político local.
Hace unos días la presidenta del Instituto Estatal Electoral, Blanca Yassahara Cruz García, señaló que si existe esa remota posibilidad.
Aunque la funcionaria aclaró que el PRD ya no recibe prerrogativas y ya perdió todos sus bienes materiales, pues se encuentra en la última parte de lo que se considera “una extinción administrativa”. Con esa observación dio a entender que ya será muy difícil que el instituto del sol azteca sea competitivo para el propósito que busca.
Aunque también es importante tener en cuenta lo siguiente: si se logró desenterrar, ponerle un nuevo corazón y cerebro, además de unas piernas artificiales al partido Fuerza por México (FxM), que ya había perdido el registro y parecía borrado del universo, surge la pregunta: ¿por qué no se puede armar otro Frankenstein con los restos del PRD?
Una posible respuesta a esa pregunta es que, aunque el PRD y FxM han enfrentado el mismo trago amargo de que ya nadie vota por ellos, lo cierto es que hay un punto clave que los hace diferentes: los dirigentes de cada agrupación tienen capitales políticos con muy distintos niveles de influencia.
FxM es propiedad del misterioso empresario Pedro Haces Barba, del que nadie entiende por qué se ha vuelto el consentido de ciertos círculos de poder de la 4T, como es el caso de la facción que encabeza Ricardo Monreal Ávila y varias figuras morenistas de Puebla.
Mientras que en el PRD no hay nadie con el dinero y el nivel de influencia de Pedro Haces o de Ricardo Monreal.
El fracaso de Roxana Luna
Una muestra de lo anterior es el conflicto electoral que hubo en San Pedro Cholula antes de que asumiera el cargo de edil, la morenista Tonantzin Fernández, quien derrotó en las urnas a Roxana Luna Porquillo, quien fue la abanderada de la fracasada alianza del PAN, el PRI y el PRD.
Dicen los conocedores del tema que, desde un principio, Roxana Luna tuvo claro que había perdido la elección. Sobre todo, porque el resultado oficial se dio luego de que hubo un segundo recuento de los votos, durante el cómputo oficial.
No obstante, desató un conflicto al emprender un litigio contra el cómputo oficial de la elección, mismo que se resolvió horas antes de la fecha del relevo en los ayuntamientos. Al mismo tiempo, detonó una campaña de hostigamiento personal contra Tonantzin Fernández.
Todo eso lo habría hecho para intentar negociar el frenar el conflicto cholulteca, a cambio de que no le quitaran el registro el PRD como fuerza política local.
Se sabe que la perredista primero habría “tocado la puerta” del gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina y no hubo respuesta postiva.
Luego intentó dialogar con Alejandro Armenta Mier, el próximo mandatario del estado de Puebla, y no se consiguió nada.
Mejor que Roxana Luna se consiga el teléfono de Pedro Haces o de Ricardo Monreal, ellos si saben como “hacer caminar a los partidos muertos”, como es el caso de FxM.