Indudablemente, el PAN está en la peor crisis de su historia moderna y requiere una reforma de gran calado, pero quienes lo han dirigido las últimas décadas (excepción hecha durante el periodo morenovallista: poco panista, pero muy eficaz) han mostrado ser pequeños para emprender grandes cosas…
Después de que heredaron el control del PAN de quienes realmente lo conquistaron, hicieron de lado a los guerreros y encumbraron a burócratas cuya única visión y misión ha sido asegurarse el control de las diferentes dirigencias municipales y de las candidaturas (sobre todo las plurinominales), así como del mayor número posible de cargos burocráticos…
Empezaron haciendo trampitas y terminaron como traficantes de cargos públicos y partidistas a los que se hicieron adictos.
Las principales figuras del grupo sólo han vivido del partido y de los cargos que de este emanan.
Así inició su decadencia moral y política, cuando sus integrantes asumieron que sobarse el trasero en una curul o despachar en “importantes puestos burocráticos” era estar en el poder… La burocracia es buen campo de trabajo para ciertos cerebros mediocres.
Terminaron conformándose con chambitas irrelevantes y actuando exactamente igual que sus antiguos adversarios políticos e ideológicos.
Persisten venerando cenizas gloriosas de momentos épicos, que -por cierto- ¡¡ellos (y ellas) no vivieron!!!.
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LOS REGENTEADORES DEL PAN
Han sido y siguen siendo un grupo extremadamente cerrado que fue marginando a los cuadros más competitivos e inflando a escuálidos dirigentes y candidatos que fueron incapaces de ganar elecciones, pero que les daban ocasión para tratar y contratar con el poder real -gobiernos priistas-, destacadamente con Mario Marín, el “Gober Precioso”.
Se fueron pareciendo cada vez más al cínico PRI, pero como un hipócrita PAN… Adoptaron los usos y costumbres del Viejo Sistema -así, con mayúsculas-.
De entre ellos no han surgido buenos candidatos. Recordemos a Jorge Ocejo Moreno (1992), Antonio Díaz García (1998), Pablo Rodríguez Regordosa (2004), Antonio Sánchez Díaz de Rivera (2007). Estas elecciones se verificaron en noviembre de esos años y el periodo gubernamental iniciaba en febrero del año siguiente.
Ante la carencia de un buen candidato entre los suyos y dado que se habían dado a la tarea de guillotinar a las cabezas pensantes y a eliminar a cualquier liderazgo que contrastase con la creciente mediocridad de los suyos, plantearon usar a Rafael Moreno Valle para darle al partido la fuerza que ellos dilapidaron. Pensaron que perdería, pero ante su fuerza arrolladora terminaron entregándole el partido a cambio… ¡de nada!.
En 2010 Eduardo Rivera Pérez no ganó… O no por mérito propio. Fue rémora en la campaña de Moreno Valle; en 2013, Tony Gali fue el triunfador y en 2018 Eduardo Rivera fue derrotado por Claudia Rivera; en 2021 no ganó Eduardo Rivera… O no por mérito propio. Perdió Claudia Rivera (así lo muestran los resultados en los municipios de la zona metropolitana) y le echó una mano -más bien manota- el entonces gobernador Miguel Barbosa Huerta, que odiaba a Claudia Rivera.
Por lo vivido en estas experiencias, no es exagerado afirmar que si este grupo mantiene el control del PAN poblano, sólo se pueden esperar… ¡más derrotas!
¿Más?
Sí, más.
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¿RENOVACIÓN O CONTINUISMO?
Luego de la debacle del pasado 2 de junio, la actual dirigencia encabezada por Augusta Díaz de Rivera y el enamoradizo y consumado hipócrita Marcos Castro deberá ser reemplazada.
Hasta hoy han levantado la mano:
Marcos Castro, Adán Domínguez y Eduardo Rivera, los tres del mismo grupo cerrado que ha regenteado al partido los últimos años, con los resultados vistos en las pasadas elecciones y en varias anteriores.
Rafael Micalco Méndez y Mónica Rodríguez Della Vecchia (esposa de Pablo Rodríguez Regordosa), escindidos del grupo mencionado en el párrafo anterior.
Genoveva Huerta Villegas, Guadalupe Leal y Mario Riestra/Jesús Zaldívar, quienes vienen del morenovallismo.
En tanto que Edmundo Tlatehui es una cara nueva, no vinculado a las diferentes facciones y que además se presenta como el único ganador en las elecciones del 2 de junio tras conservar San Andrés Cholula por la vía de su esposa, Guadalupe Cuautle.
(Rivera, Micalco y Genoveva han sido presidentes del PAN estatal).
Si en función de sus resultados viéramos sus posibilidades de lograr la dirigencia del partido, diríamos:
Marcos, Adán y Eduardo quedan fuera. Serían más de lo mismo, cerrados y perdedores. Micalco y Genoveva también ya fueron y no marcarían nuevos tiempos.
A Mónica no le ayuda ser cónyuge de Pablo y por tanto su vinculación con una de las familias custodias de El Yunque, que independientemente de sus escisiones (con Eduardo Rivera y compañía), siguen obedeciendo a los mismos jefes.
Guadalupe Leal, muy ligada a Genoveva (y a Eduardo Alcántara), tiene nulas posibilidades, mientras que Riestra tiene presencia, relaciones y recursos, por lo que es visto como “un peligro” por el grupo dominante. Puede lograrlo, pero no la tiene fácil y no le ayuda haber sido arrasado en las urnas el pasado 2 de junio y su actual actitud titubeante.
La figura más fresca es sin duda Tlatehui, pero muchos no le ven tamaños para el cargo.
Luego del 2 de junio, El Yunque en Puebla está en un momento de vulnerabilidad y hacen de todo para conservar el control del partido promoviendo a un Eduardo Rivera perdedor como su gallo por la presidencia del CDE y luego con la peregrina -y muy graciosa- idea de proponerlo para el CEN.
Si sus opositores se unen, y si el proceso de sucesión del CEN es mediante elección abierta a toda la militancia, seguramente perderán…
(Escoba nueva barre bien, escoba vieja no deja nunca de ensuciar).
No está claro con quién emprender el cambio, pero sí de que ni con Eduardo Rivera ni con El Yunque se avanzará… Porque sabemos que tienen por única “estrategia” la de controlar las candidaturas plurinominales y manejar las prerrogativas. El clásico: perder el poder, pero no el partido… con todo los beneficios y prebendas que ello significa.
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¿QUIÉN ES EDUARDO RIVERA PÉREZ?
¿Qué son él y su grupo cerrado?
¿Militan en El Yunque?
Después de que heredaron el control del PAN de quienes realmente lo conquistaron, hicieron de lado a los guerreros y encumbraron a los burócratas, y además implementaron métodos para asegurarse el control de candidaturas (sobre todo plurinominales) y puestos en los diferentes ayuntamientos que ocasionalmente ganaban panistas no necesariamente de su grupo.
No son verdaderos yunques. Están muy lejos de vivir un estilo firme y vigoroso. Son vividores de la grilla. Realmente no saben hacer política ni forjar poder. Sólo regentean a un partido y sus prerrogativas sin tener una visión de futuro para la ciudad, el estado, el país…
En este contexto, conviene esclarecer cuál es el posicionamiento y la función de Eduardo Rivera en estos tiempos aciagos para el PAN.
Desde luego no es uno de los jefes, a diferencia de los miembros de las familias custodias. Tampoco es el gran operador político (lo demostró plenamente en el pasado proceso electoral). Ahí están “El Huevo” Guevara, Pablo Montiel y otros. Eduardo Rivera es “el mascarón de proa” de El Yunque, el mismo que supuestamente podría jalar votos y hacerse de la gubernatura. No fue así.
Rivera no es un hombre de ideas. En su primera y en la segunda campaña su gran propuesta fue pavimentar mil calles. En su búsqueda de la gubernatura ofreció pavimentar diez mil calles en la ciudad y otras tantas en el interior del estado. Ninguna idea de futuro…
(Ideas blandas dentro de una cabeza dura)
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EDUARDO RIVERA, ¿DIRIGENTE NACIONAL DEL PAN?
Si se humillaba ante Moreno Valle, ¿qué podemos esperar de él ante AMLO o Claudia Sheinbaum?
¿Le entregarían el partido a AMLO como se lo entregaron a Moreno Valle?
Seguiría operando como lo ha hecho con su camarilla aquí en Puebla.
Sumaría a Ana Teresa Aranda, a Cecilia Romero, a Loyola y a Rodríguez Doval a su equipo en el CEN (los cuatro miembros de El Yunque en algún momento, conservando estrechos lazos cuando no obediencia a “La Organización”).
¿O sabe que no es un líder nacional -ni siquiera estatal- y simplemente juega a negociar para colocarse él y otros de los suyos en la nueva dirigencia?
El futuro no va a ser dominado por aquellos que están atrapados en el pasado.
El éxito es imposible sin el cambio, y aquellos que no pueden cambiar sus mentes no pueden cambiar nada.
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EL YUNQUE Y EL PAN POBLANO
La disyuntiva de los militantes de El Yunque está en rechazar el ser los últimos de ayer y aceptar ser los primeros de mañana. Lo demás es historia. La verdadera tradición no consiste en venerar las cenizas, sino en saber transmitir el fuego del ideal.
Hace años que se resignaron a ser los últimos y sin tener idealismo alguno y careciendo de fuego que trasmitir, persisten venerando cenizas gloriosas de momentos épicos que, por cierto, ¡¡ellos -y ellas- no vivieron!!
De la autoridad de jefes prudentes se pasó a la dominación de amos sin ideas ni ideales que secuestraron a “La Organización” y al partido.
Cuando ellos eran los dueños del partido impedían que alguien a quien no pudieran manipular llegase a una dirigencia partidista o a una candidatura.
Y cuando alguien no tripulable -o no influenciable- lo lograba, lanzaban todo tipo de denuestos en su contra, y para impedir el ascenso de un líder natural que con seguridad ganaría la presidencia de un comité directivo o una candidatura, acudieron a su oportuna expulsión mediante el más insignificante pretexto que era frecuentemente desechado por el TRIFE, pero había pasado el momento en que se definía dicha posición y la susodicha persona quedaba fuera de la jugada.
Nunca han puesto en duda su derecho a mentir y a calumniar.
Les ha sido vital ganar algunas alcaldías donde colocar a sus hordas, que ya no saben hacer otra cosa que medrar del erario -y cuya disciplina está en función de las dádivas, por miserables que estas sean-, pues de los años de crisis (1970-2000) muchos de ellos salían en precaria situación económica, lo que facilitó su sometimiento ante aquellos que distribuían chambas, y ya acostumbrados a ser burócratas, se volvieron tan dóciles y abyectos como lo peor del priismo.
Así fueron marginando a sus cuadros más competitivos e inflando a escuálidos dirigentes y candidatos que fueron incapaces de ganar elecciones, pero que les daban ocasión para tratar y contratar con el poder real.
Así, los mediocres vividores que pudieron controlar al PAN (tras bambalinas o como mascarones de proa) tuvieron una legión de personas de “confianza” con las que empezaron a hacer “trampitas inocentes” en asambleas, convenciones y órganos directivos, hasta que poco a poco se hicieron TRAFICANTES y adictos a puestos que pudiendo haber sido de poder, quedaron en meras chambitas.
Sí, pobre PAN.
Sí, miserable Yunque.