Eduardo Rivera cometió un error al llamar “morenacos” a los simpatizantes de Morena y la 4T.
Es muy probable que a estas alturas de la contienda electoral y con los ánimos políticos encendidos no haya nada que hacer para cambiar el sentido del voto de los fieles de una coalición y de otra, pero la desafortunada expresión del candidato a gobernador de la oposición podría tener repercusiones negativas –importantes para su causa– en los electores indecisos.
Cometido el yerro, el viernes durante la celebración de un mitin en Xicotepec de Juárez, los integrantes del cuarto de guerra del panista hicieron una valoración simple:
“No fue tan grave, el presidente (López Obrador) hace lo mismo todos los días desde las mañaneras (calificar a sus rivales con manifestaciones despectivas) y seguramente esto que ha dicho ‘Lalo’ no modificará las tendencias de voto, debido a que morenistas y antimorenistas tienen muy arraigada su forma de pensar y no la cambiarán por hechos como este”, habrían concluido los asesores.
La reflexión, sin embargo, no debía ser así de sencilla.
Hay un importante sector de los electores, que no es de Morena ni del PAN, o de alguno de los otros partidos que conforman el bloque opositor, que está molesto con ese estilo personal de López Obrador que perversamente divide a la sociedad en dos bandos para conservar vigente su influencia en aquel que le resulta conveniente, el de los “buenos”, los “pobres”, los “desvalidos” y los “explotados”. El de los “chairos”, para emplear la propia jerga morenista.
Ese muy numeroso grupo de ciudadanos, el que rechaza la extrema hostilidad del mandatario para dirigirse a quienes no piensan como él, pretende ir a las urnas el 2 de junio para tratar de echar a Morena del poder y poner en su lugar a un bloque de partidos que presume respeto a la diferencia de pensamiento, a la diversidad y a la inclusión.
Para ellos, que no son ni morenistas ni panistas, tampoco priistas o perredistas, cerrar la puerta a la 4T en todos los cargos de elección popular que se encuentran en disputa representa un paso relevante hacia la anhelada tolerancia y la pacificación social.
Porque, aunque López Obrador saque sus cosas de Palacio Nacional y se marche a su rancho a partir de diciembre, cuesta trabajo creer que se mantendrá ajeno e indiferente a la conducción política del país.
En Puebla debe haber muchos de esos electores, lo mismo que en otras entidades del país, que esperan en el cambio de ruta partidista la consecución o el retorno (quizá ilusorio) de aquellos derechos fundamentales.
Por eso, que Eduardo Rivera haya llamado “nacos” a los miembros de un grupo de personas –por el hecho de no comulgar con él– y se haya mofado de ellos inmediatamente después, como lo hizo frente a sus simpatizantes en ese municipio serrano al realizar una pausa para dar pie a las risas burlonas, no le ayudará a conseguir el sufragio de esos poblanos que quieren políticos diferentes a López Obrador en las posiciones de poder y que no tendrán más motivaciones para salir de casa el domingo 2 de junio.
Lo peor de este episodio es que sucedió justo en el que debía ser el mejor momento de la campaña del aspirante a gobernador de la coalición Mejor Rumbo para Puebla, en medio del debate que le generó puntos favorables en percepción y de la marcha de la “Marea Rosa” que sacó miles de opositores a las calles, en un estado gobernado por la 4T.
Por suerte para la campaña del panista, esos mismos asesores que resumieron de manera casi simplona la crisis le convencieron de hacer un video de disculpa.
No fue contundente.
El panista utilizó en su mensaje esa frase que usan quienes no están del todo convencidos de su error: “aquellas personas ‘que se hayan sentido ofendidas’, les ofrezco una disculpa”, dijo, en vez de expresar: “a aquellas personas ‘que ofendí’, les ofrezco una disculpa”.
Pero, de cualquier forma, incluso sin ser muy creíble, el video le sirvió para aligerar un poco la condena sufrida en redes sociales.
Qué tan grave vaya a resultar el incidente para sus propósitos electorales es un misterio por ahora.
Eso se sabrá dentro de 13 días.
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Que “Toño” López Ruiz haya respondido la agresión de Eduardo Rivera con otra agresión, pero doble (llamó nacos y rateros a panistas y priistas), dos días después, no será igual de trascendente.
Una, porque López Ruiz, militante de la 4T, solo es candidato a diputado federal.
Y dos, la más obvia, porque es “Toño” López Ruiz.
Un punto de inflexión en la condena pública del adjetivo usado por Eduardo Rivera para referirse a los militantes, candidatos y seguidores de Morena tiene que ver con la propia naturaleza del personaje.
Durante años, incluso décadas, el panista construyó una imagen personal muy distinta a la que exhibe el video de su participación en el mitin de Xicotepec.
El viernes, con esa expresión, rompió el molde que él mismo había creado.
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De la “Marea Rosa” y sus efectos alentadores para el voto opositor, principalmente en la zona metropolitana de Puebla, nos ocuparemos en la próxima entrega.