Una pequeña falla en la seguridad provocó que una reunión que se había organizado con el mayor sigilo, de la que se exigió mucha discreción a sus participantes, no solo se hizo pública, sino se salió de control y se convirtió en un escándalo. Se trata del encuentro entre líderes de iglesias cristianas y el político Eukid Castañón Herrera, en un intento del segundo de ellos de querer crecer como operador político en la 4T y ahora, corre el riesgo de que –por exigencia de sus adversarios– se revisen y se reviertan las medidas cautelares que le permiten estar en libertad y enfrentar fuera de prisión los juicios penales que tiene pendientes de resolver.
La grieta en la seguridad del encuentro se generó desde un reloj electrónico, o para ser más precisos, desde un smartwatch.
Para buscar que la reunión –efectuada hace dos semanas en el hotel Casa Reyna– no trascendiera a la prensa, a la oposición, se dice que Eukid Castañón fue cuidadoso de que un colaborador, de nombre Carlos, fuera quien se comunicara con los pastores y dirigentes de iglesias evangélicas para invitarlos a un supuesto desayuno con José Chedraui Budib, el candidato de la 4T a la alcaldía de Puebla, lo cual al final resultó ser falso.
También se echó mano de un par de pastores para convocar al encuentro y no se percibiera la intervención del ex operador morenovallista.
Desde que se hicieron las invitaciones se aclaró que, los convocados no podían llevar acompañantes y que estaba prohibido introducir cámaras fotográficas o de video, tabletas, computadoras y teléfonos celulares.
A la entrada del salón –en Casa Reyna— donde se llevó acabó el desayuno, un par de mujeres se dedicaron a informarle a cada asistente, de manera amable pero impecable, que nadie podía introducir a la reunión los teléfonos celulares. Por tanto, pedían a los presentes dejar tales aparatos en un par de cajas de madera.
Se tuvo el cuidado, la suspicacia, de decirle a cada invitado que no solo dejara un aparato, sino “todos los teléfonos que usa”. Eso sirvió para que algunos comensales efectivamente depositaran en las cajas de madera no uno, sino hasta dos o tres teléfonos.
Frente a toda esta parafernalia de seguridad, se les pasó un pequeño, pero desastroso detalle, un pastor llevaba un smartwatch, es decir un reloj electrónico bien sincronizado con su iPhone que se quedó prendido en una de las cajas de madera.
El pastor pasó desapercibido que, enlazaba sus manos a la altura de su cara, no por comodidad, sino para enfocar bien la cámara de su reloj, que pudo captar toda la intervención de Eukid Castañón, desde cuando se ostentó como el principal operador electoral de la 4T en todo el estado de Puebla, hasta cuando amenazó a los pastores evangélicos y les dijo que, si apoyan a la oposición les va a ir muy mal los próximos 3 años.
Un discurso de Eukid Castañón que generó mucho enojo en la 4T y fue “un tanque de oxigeno” para los partidos y candidatos de la oposición que, encontraron una manera efectiva, de golpear la imagen de sus rivales electorales.
De espía pasó a ser espiado
No cabe duda de que pasaron los años y Eukid Castañón dejó de ser el todo poderoso operador político del morenovallismo, que no toleraba fallas como la que se cometió –con el smartwatch– en el desayuno con los líderes cristianos.
A lo largo de los 6 años de gobierno de Rafael Moreno Valle Rosas y durante casi toda la gestión del mandatario José Antonio Gali Fayad, cuyo periodo duró un año y 8 meses, funcionó un sofisticado sistema de espionaje, de fabricación israelita, como el que ahora usa el Mossad para detectar a células de combatientes de Hamas en la Franja de Gaza.
Ese sistema se usó para espiar a todos los enemigos, los adversarios y hasta los aliados políticos del morenovallismo.
Todo mundo sabía –entre políticos, empresarios, sindicalistas, periodistas y líderes sociales—de la existencia y los efectos de ese sistema de espionaje. Pero nadie tenía noción de dónde se encontraba, cómo operaba y quiénes los manejaban.
De lo única certeza que había era que Eukid Castañón Herrera controlaba el sistema de espionaje.
Fue hasta agosto de 2017 cuando desertaron dos operadores de ese sistema de espionaje, ellos eran Rodolfo Raúl González Vázquez y Roberto Rodríguez Acosta, quienes dieron a conocer una enorme lista de personajes públicos que eran vigilados, las casas de seguridad que se utilizaban y el tipo de tecnología avanzada que se empleaba para interceptar llamadas telefónicas, correos electrónicos y conversaciones privadas de modo presencial.
Ambos personajes interpusieron ante la entonces Procuraduría General de la República una demanda acusando a Eukid Castañón de espionaje político.
Ese recurso legal fue olímpicamente ignorado por la dependencia federal.
Dichos personajes narraron, en su momento, que Eukid Castañón no toleraba la más mínima falla en el sistema de espionaje. Era implacable contra los operadores que cometían errores técnicos o de los que sospechaba de que no le eran leales.
Los ex pupilos de Eukid Castañón señalaron que, entre los personajes espiados, supuestamente figuraban los dirigentes nacionales del PAN, la ex candidata presidencial Josefina Vázquez Mota y hasta el presidente Enrique Peña Nieto, así como el secretario de Gobernación de esa época, Miguel Ángel Osorio Chong. Versión que resultaba sorprendente, pero creíble.
Entre los morenovallistas también se sabía que ese espionaje llegó al extremo de vigilar los pasos de Martha Érika Alonso Hidalgo, la esposa de Rafael Moreno Valle Rosas y la primera mujer, en 2018, en convertirse en titular del Poder Ejecutivo de Puebla.
Se sabe que, esa era una de las tantas causas por las cuales Martha Érika Alonso no toleraba a Eukid Castañón, al grado que lo dejó fuera de su gobierno, mismo que apenas duró 10 días a causa de una tragedia aérea que la quitó la vida a la entonces mandataria y a su esposo.
Ahora los papeles se han invertido.
Eukid Castañón no cuidó todas las medidas de seguridad en el encuentro con los líderes cristianos y alguien lo grabó con un desapercibido reloj de pulsera, en un momento crítico en que no puede intervenir en política ni tener reuniones públicas.
Pasó de ser espía, a ser espiado, de alguna manera.