Qué brutal argumento esgrimió Julio Hernández —Julio Astillero— para exhibir el poco rigor periodístico y la escasa experiencia de Liz Vilchis, comisaria que entre su pésima lectura y sus constantes titubeos lee textos que no son suyos dentro de “Quién es quién en las mentiras”, una sección cómico-musical de Las Mañaneras que se transmite los miércoles.
La idea no era mala.
El problema es que doña Liz no tiene la menor experiencia periodística.
Nadie recuerda una nota suya.
Menos aún, algún reportaje.
Algo, pues, que nos convenza de que estamos frente a una reportera hecha y derecha.
Lo único memorable son sus tuits con faltas de ortografía para defender a René Sánchez Galindo —su esposo— o a Claudia Rivera Vivanco, la ex jefa de éste.
Con esas credenciales es imposible llevar una sección como la que tiene.
Por eso, los argumentos de Julio Astillero fueron brutales.
Bien parado, rebatió no sólo a Liz Vilchis, sino a María Luisa Albores, titular de la SEMARNAT, quien se quedó muda ante la narrativa que hizo el periodista sobre una trama oscura que volaba sobre el proyecto privatizador de la Sierra de san Miguelito, mismo que fue chupado por el diablo.
A Liz Vilchis le dijo que espera de ella una disculpa pública por haberlo llamado mentiroso —tres veces— la semana pasada.
De no hacerlo, dijo, recurrirá a las instancias judiciales para demandarla seguramente por daño moral.
La señora Vilchis también se quedó muda, como la señora Albores.
El diálogo entre el presidente López Obrador y el periodista fue de antología y de gran nivel.
Y todo en el contexto de dos grandes temas polémicos: el de san Miguelito y el de la responsabilidad de quienes ejercen el periodismo.
No soy seguidor de Julio Astillero, pero su postura pública dejó ver a un profesional que defiende sus argumentos con un brutal nivel y una gran asepsia.
Esos diálogos son muy necesarios en un momento como éste.
Los verdaderos periodistas tienen que ir a Las Mañaneras a elevar el nivel que tanto han achaparrado los Lord Moléculas y otros freaks que acuden de manera regular a ese importante espacio de la vida pública del país.
