La frase de que “el dinero da la felicidad” provoca muchas opiniones, pero cuando esa afirmación hace referencia a tener estabilidad económica, no está tan equivocada.
En un estudio titulado “Los agudos picos de la pobreza: la escasez financiera está relacionada con niveles más altos de intensidad de la angustia en la vida diaria”, el profesor de la Universidad de Harvard, Jon Jachimowicz, explica que el dinero es un bien para llegar a la felicidad, pero que no es la felicidad en sí.
Jachimowicz y su equipo solicitaron a 522 participantes, con ingresos de entre 10 mil a 150 mil dólares, anotar en un cuaderno durante un mes los eventos y las emociones que iban teniendo cada día. Con los datos obtenidos en estos diarios se alcanzaron las siguientes conclusiones:
El dinero reduce el estrés intenso, pues aquellos con ingresos altos tenían un menor estrés negativo, porque hace sentir que ante los eventos negativos “tienes el control” en cierta medida.
Asimismo, Jachimowicz encontró que las personas con dificultades de dinero sienten vergüenza y que al estar pensando en sus problemas económicos, su desempeño laboral decae y tienen dudas con respecto a las decisiones a largo plazo e incluso sus relaciones sociales se ven afectadas.
Aunque Jachimowicz rechaza una idea que se ha ido normalizando y es que cuando eres pobre, es tu culpa, y por eso deberías avergonzarte, pues argumenta que la pobreza se debe relacionar más a factores ambientales y sociales externos.
A su vez otro estudio hecho a 33.391 personas residentes en Estados Unidos y publicado el 1 de marzo en la revista “Proceedings of the National Academy of Sciences” revela que algunos científicos, entre los cuales figura un psicólogo ganador del Premio Nobel que introdujo hace una década la idea de un tope económico de la felicidad, midieron el efecto en personas con ingresos desde 75.000 dólares anuales hasta los 500.000.
El dinero realmente compra la felicidad y la correlación va mucho más allá del umbral salarial de 85.000 dólares anuales que se había considerado el límite superior para tener un impacto, según los científicos.
La felicidad aumenta constantemente en función de los ingresos e incluso se acelera cuando el sueldo supera los 100.000 dólares anuales, eso sí, advierten los científicos, siempre y cuando la persona disfrute de cierto nivel básico de felicidad.
Matthew Killingsworth, estudiante de doctorado en psicología de la Universidad de Harvard, agregó que para la gente muy pobre, el dinero claramente ayuda mucho, pero si tienes unos ingresos decentes y sigues siendo desgraciado, el origen de tu miseria probablemente no sea algo que el dinero pueda arreglar”.
Los investigadores descubrieron que el efecto emocional global de más dinero en una persona queda pequeño si se compara con circunstancias tan humanas como dos días libres el fin de semana.
Aunque la encuesta incluyó a personas con ingresos superiores a 500.000 dólares, los investigadores dijeron que era imposible afirmar que el efecto de felicidad se diera en personas con ingresos superiores.
Los encuestados eran adultos empleados de entre 18 y 65 años, con una edad media de 33 años y unos ingresos familiares medios de 85.000 dólares al año. Los participantes fueron encuestados sobre su felicidad varias veces al día mediante una aplicación desarrollada por Killingsworth.