Desde hace siete años en La Jornada de Oriente se trasmite un programa nocturno de crítica periodística llamado “Aquí Vamos” y el lunes esta semana, de manera abrupta y abusiva, fue cancelado y desaparecido de Facebook. Minutos más tarde llegó la explicación: según el criterio de esta red social se había hecho una “apología del terrorismo”.
En realidad no se hizo ninguna apología de ningún tipo de violencia; lo único que pasó fue que se habló brevemente, no más de un par de minutos, de la barbarie que se comete contra el pueblo palestino, y esa condición, para Facebook, simple y llanamente es apoyar al terrorismo internacional.
O dicho de otra manera, si se critica al Estado de Israel en una trasmisión de Meta, la empresa dueña de Facebook, WhatsApp e Instagram, en automático un algoritmo califica el contenido y a quienes lo difunden como subversivos.
En el caso de La Jornada de Oriente el autor de esta columna y el colega Martín Hernández Alcántara, que son los conductores de “Aquí Vamos”, fueron catalogados como periodistas subversivos para el orden internacional que protege Mark Zuckeberg, el dueño de facebook, que apenas tiene 39 años y una fortuna de alrededor de 32 mil millones de dólares, es decir el presupuesto del gobierno estatal poblano de seis años.
Los autores de contenidos de La Jornada de Oriente no son ni sionistas ni antisemitas, solo narran hechos informativos.
En la emisión del lunes lo único que se hizo fue trasmitir unos segundos un video, de una rehén israelita, que difundió la organización Hamás, para que el algoritmo de Facebook sacara de circulación al programa “Aquí Vamos”.
Este asunto podría quedarse en lo anecdótico y no darle revuelo. Sin embargo, sí plantea una situación delicada para el periodismo en Puebla y en México, que son los nuevos sistemas de censura, que son más agresivos que cualquier gobierno o poder factico del país.
Ni los gobiernos de Mariano Piña Olaya, Mario Marín Torres o Rafael Moreno Valle Rosas se atrevieron o pudieron hacer lo que sí hizo Facebook, que es censurar, interrumpir y borrar un contenido completo de La Jornada de Oriente, acción que es, ante todo, una violación constitucional al derecho de libertad de expresión.
Alguien podría argumentar: simplemente no hay que hablar de los conflictos de Medio Oriente y no pasa nada. Es algo lejano y ajeno a la realidad mexicana.
La situación no es así de sencilla. Es necesario preguntarse ¿qué sigue en este mundo de censura?
Algo muy sencillo y grave a su vez, los servicios de redes sociales han encontrado en el poder político de Puebla y México a sus mejores clientes. No sería difícil que pronto, estas empresas empiecen a ofrecer a gobiernos, partidos, empresarios, líderes políticos o sindicales, un sistema de impedir “contenidos negativos”, que no sean friendly –amigables–, y de esa manera eliminar con total impunidad cualquier información, crítica, comentario, imagen, expresión popular, que no sean de su agrado.
Solo hay que recordar expresiones recientes de la edil panista de San Pedro Cholula, Paola Angon, que dijo: “Periodistas que se salgan de control”, les va a aplicar el uso de la fuerza pública.
O lo que decía el priista Mario Marín Torres al arranque de su gestión como gobernador de Puebla: que iba a “acabar con la crítica mala” de los medios de comunicación.
Marín, Angon, Moreno Valle, sin duda alguna hubieran contratado a quien fuera para desaparecer medios de comunicación incomodos, sin el riesgo de ser sancionados de las leyes mexicanas. Que es lo que actualmente hacen las redes sociales que escapan de las normatividades del país y ninguna fuerza política se atreve a enfrentar los crecientes abusos de Facebook, YouTube, Tik Tok o Google.
Lo que se está viviendo es lo que ha descrito Yanis Varoufakis, un destacado economista de izquierda que ha acuñado el término “capitalismo en la nube”. Este hombre fue durante seis meses ministro de Economía de Grecia y se enfrentó a la voracidad de los acreedores de la banca alemana, protegidos por la entonces canciller Angela Merkel, que quebraron las finanzas públicas de la República Helénica sin importar el alto costo social.
Varoufakis señala que el capitalismo está muerto y ahora hay un nuevo orden económico llamado “tecno-feudal”, en el cual las empresas que privatizaron el Internet, que controlan la producción tecnológica –en China y Estados Unidos, principalmente– y acumulan el manejo de marcas, están imponiendo los contenidos homogéneos que se deben consumir en redes sociales y medios de comunicación, además de crear controles a gobiernos y mercados.
Solo hay que ver lo ocurrido con el celebre futbolista y delantero Karim Benzama, quien ganó el “Balón de Oro” en 2022 como mejor jugador de Europa, al participar con el Real Mdrid en 46 partidos y anotar 44 goles. La mayor osadía es que lo logró a los 34 años de edad, cuando muchos futbolistas ya terminaron sus carreras.
Benzama escribió hace unos días en sus redes sociales: “Todas nuestras oraciones para los habitantes de Gaza (la mayoría de nacionalidad palestina), que una vez más son víctimas de estos injustos bombardeos que no perdonan a mujeres ni a niños”.
La reacción que ese breve y cordial mensaje provocó fue que las redes sociales borraron su contenido y legisladores de Francia exigen que le quiten la nacionalidad francesa al futbolista, que le obliguen a devolver el “Balón de Oro” y que lo procesen legalmente por terrorista.
Como siempre ocurre, son más terroríficos los que se dedican a combatir a los grupos terroristas.
