Dos, son los retos que tiene el senador Alejandro Armenta Mier para conseguir la nominación de Morena a la gubernatura de Puebla: uno es mantener y ampliar la ventaja que saca a los otros aspirantes al mismo cargo y, dos, ganarse la confianza del presidente Andrés Manuel López Obrador en los próximos cinco meses.
Lo primero cada vez le resulta más complicado. Armenta sigue siendo el aspirante de Morena más conocido y con mayor potencial de voto, pero no el cuadro más identificado con el movimiento obradorista, ni con los principios de la Cuarta Transformación.
Quien se le viene acercando como consecuencia de las decenas de espectaculares que colocó con su fotografía en la zona metropolitana y las cientos de bardas que mandó a rotular con su nombre en todo el estado, así como por la evidente cargada de la clase política y empresarial a su favor, es el presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política de la Cámara de Diputados, Ignacio Mier Velazco.
Sin embargo, Nacho Mier tampoco es percibido por los puros de Morena como un cuatro plenamente vinculado a la izquierda, pese a que renunció hace 7 años al PRI y fue fundador de Morena en estados como Sinaloa, Nayarit y Durango.
En aras de conseguir su propósito, el senador Armenta Mier propuso, en la víspera de la reunión de los senadores de Morena con el presidente López Obrador y los tres aspirantes presidenciales, la desaparición del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Inai) y que las funciones de este fuera asumidas por la Auditoría Superior de la Federación (ASF).
Su iniciativa le mereció ácidas críticas de la oposición y de diversas organizaciones de la sociedad civil vinculadas a asuntos de transparencia y combate a la corrupción, pero a Armenta poco le importó, con tal de ganar la confianza presidencial.
El anuncio del presidente AMLO a los senadores de su partido en el sentido de que en agosto podría conocerse el nombre del candidato presidencial de Morena y de que serán las encuestas las que definan al elegido o elegida, y que sucederá lo mismo con los aspirantes a las gubernaturas de las nueve entidades donde habrá elecciones en 2024, fue bien recibido por Armenta.
Y es que el senador parte de la hipótesis de que aún es el aspirante más conocido y con mayor potencial de voto, sin embargo, creo que no está evaluando algunas cuestiones como el atributo de honestidad, las opiniones positivas y negativas acerca de él y si los de Morena lo perciben como el mejor candidato de este partido.
Otra cuestión que Armenta no está valorando es el efecto que la cargada de la clase política a favor de Ignacio Mier podría tener en tres meses en la opinión pública. El que se diga que Armenta no es el favorito del presidente AMLO sino Nacho Mier y que este tiene el apoyo de los exgobernadores Manuel Bartlett Díaz, Melquiades Morales Flores y Guillermo Pacheco Pulido, y hasta de Mariano Piña Olaya y José Antonio Gali, podría cambiar las percepciones que hoy existen.
El senador Armenta está seguro de que la ventaja que saca a sus competidores de Morena no la perderá en tres meses, de ahí que su mayor preocupación sea ganarse el ánimo y la voluntad presidencial al costo que sea.
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Ausencias notables en el Desfile del 5 de Mayo
Un detalle del que poco se habló del Desfile del 5 de Mayo fue la ausencia de los representantes de los Poderes de la Unión en el presídium.
No estuvo, porque no fue invitada, la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Lucía Piña Hernández, y tampoco los presidentes de las mesas directivas de la Cámara de Diputados, Santiago Creel Miranda, y del Senado, el poblano Alejandro Armenta Mier.
En lugar de la ministra Norma Piña y los presidentes de las dos cámaras del Congreso de la Unión aparecieron la esposa de López Obrador, Beatriz Gutiérrez Müller; la esposa del gobernador Céspedes, Gabriela Bonilla Parada, y las tres corcholatas de Morena a la Presidencia de la República: el secretario de Gobernación, Adán Augusto López; la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, y el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubon.
Hasta donde se sabe, el secretario de la Defensa, el general Luis Cresencio Sandoval González, sí los tenía considerados por una cuestión de protocolo, pero el presidente dijo que no y se quedaron fuera, incluido Armenta con la representación del Senado.
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Los que siguen brillando por su ausencia frente a los descarados actos anticipados de campaña y pinta de bardas por todo el estado, sin que se aclare quién financia o de dónde salen los recursos destinados al pago de rotulistas y la compra de artículos promocionales, son los consejeros y directivos del Instituto Electoral del Estado (IEE).
Con el prurito de que hay lagunas en el Código de Instituciones y Procesos Electorales de Puebla, los tibios consejeros se han hecho de la vista gorda para investigar por oficio estas acciones que tienen el inequívoco propósito de posicionar a los aspirantes de Morena a la gubernatura del estado.
El colmo es que ni la presidenta del IEE, Blanca Yassahara Cruz García, ni sus seis consejeros se han atrevido a emitir siquiera un pronunciamiento o extrañamiento público a los aspirantes de Morena, advirtiéndoles que tal promoción podría encuadrarse en actos anticipados de campaña, que de comprobarse podrían provocar que se les negara el registro como candidatos en el 2024.
No estaría de más que por lo menos leyeran las declaraciones que sobre el reparto de sombrillas, gorras y el uso de gigantes globos de Cantoya durante el Desfile del 5 de Mayo hiciera el maestro en Derecho y exdirector Jurídico del IEE, Alfonso Aguilar García.
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