De manera prematura el PRI poblano ya tiene un grave problema para enfrentar los comicios de 2024: su estructura electoral, formada por 52 coordinadores, tienen medio cuerpo fuera del partido y están buscando una opción diferente para competir dentro de tres años, que podría ser la del morenista Marcelo Ebrard Casaubón o del panista Eduardo Rivera Pérez. Dicho comportamiento es en franca rebelión en contra del dirigente estatal del tricolor, Néstor Camarillo Medina, y porque ya no encuentran futuro en este instituto político.
No es un problema menor porque la mayor parte de los integrantes de esa estructura es la que ha venido operando en las dos últimas de décadas y es la que mueve a un ejército de poco más de 14 mil priistas, que son lo que cuidan las casi 8 mil casillas que seguramente habrá dentro de dos años para elegir presidente de la República, gobernador, alcaldes, así como senadores, además de diputados locales y federales.
Los miembros de “la columna vertebral” del PRI se encuentran profundamente agraviados y decepcionados del partido, pues tuvieron la oportunidad el año pasado –como muchos otros priistas—de mudarse a otra fuerza política y al final se quedaron por lealtad al tricolor. A cambio de ello, sufrieron maltratos, ofensas y desplantes de los actuales dirigentes estatales del tricolor.
Por eso ahora están a la espera de buscar una nueva opción política, que ya no es de manera definitiva el PRI.
Algunos líderes de ese cuerpo de operadores priistas han dicho que, por ahora no van a hacer oficial su salida del PRI, pero es un hecho que no están dispuestos a desgastar su trabajo en un partido que ya perdió el 70 por ciento de su votación cautiva y no hay nada, que le permita competir por los espacios políticos más importantes que se disputarán en 2024.
Se dice que de manera conjunta estarían empezando a tener acercamientos con el equipo político del canciller Marcelo Ebrard Casaubón, para que pudieran encargarse del trabajo electoral en Puebla en caso de que este personaje resulte ser el candidato de Morena en los comicios de 2024 y probable sucesor del presidente Andrés Manuel López Obrador.
De no ser esa ruta, la de Ebrard, la otra opción es el PAN. Por eso no han dejado de cultivar la relación que nació el año pasado con el equipo del edil de la capital, el panista Eduardo Rivera Pérez.
En ese tenor, su posición es que trabajarían bajo el esquema político de Eduardo Rivera y fuera del PRI, pese a que de antemano ya está definido que en 2024 el PAN y el tricolor repetirán su alianza.
El agravio de Néstor Camarillo
El problema de fondo que tiene agraviados a los operadores electorales del PRI es que hayan sido tildados de mentirosos y conspiradores por Néstor Camarillo.
El partido les quedó a adeudar a cada uno de ellos alrededor de 4 mil pesos del pago acordado para enfrentar la elección del año pasado.
La molestia no es por el dinero. Para algunos de los afectados es una cantidad que la pueden olvidar y “darle la vuelta a la hoja”. Lo que no pueden perdonar son las injurias que recibieron del Comité Directivo Estatal del PRI.
Todo empezó así: Néstor Camarillo les ofreció a los 52 operadores electorales que les pagarían a cada uno de ellos la cantidad de 35 mil pesos, más gastos de gasolina, casetas de cobro en carreteras y telefonía, como resultado de la encomienda de armar el ejército electoral que participó el año pasado.
El acuerdo es que, al día de los comicios del 6 de junio, ya estaría cubierto el pago total de los 35 mil pesos y únicamente quedarían pendientes los gastos de operación.
Un mes antes de las elecciones, les dieron 15 mil pesos y no les dieron un peso más antes de la elección.
Al pasar la fecha de las votaciones, nadie les respondía en el PRI sobre como cubrir los adeudos.
En agosto el tema hizo crisis y empezaron los reclamos directos a Néstor Camarillo, quien ofreció varios plazos para pagar y nunca los cumplió.
Al principio el dirigente argumentaba que el tricolor pasaba por momentos económicos difíciles.
Cuando el tema trascendió a los medios de comunicación, Camarillo cambió radicalmente y empezó a acusar a los operadores de ser mentirosos y estar conspirando contra el partido. Sostuvo que ya se les había liquidado los adeudos desde mucho tiempo atrás.
Al final, les cubrieron a regañadientes 31 de los 35 mil pesos acordados. Hasta la fecha nadie da la cara por los 4 mil pesos restantes.
De los gastos en gasolina, telefonía y peajes de carreteras, junto con comidas, nunca hubo el intento de reponerles el dinero.
A la mayoría les sorprende que, por el berrinche de no pagar 4 mil pesos, Néstor Camarillo prefiera perder la estructura electoral del partido.