El cambio de dirigentes del Comité Municipal del PRI de la capital significa un fuerte retroceso para este partido, al arribar Sebastián Hernández Orozco y Rocío Toxqui Oropeza a los cargos de presidente y secretaria general, respectivamente. Ambos personajes carecen de todo peso político dentro y fuera del tricolor, además de no contar con un proyecto que permita sacar a dicho instituto del marasmo en que se encuentra y frenar la continua deserción de militantes y líderes priistas.
Al final el nombramiento de esos dos directivos en el PRI de la capital es un reflejo de la debilidad, o mejor dicho de la mediocridad, que vive el partido a nivel estatal con la presidencia de Néstor Camarillo Medina, quien ha llevado al tricolor a su peor resultado electoral, en los comicios del año pasado, al haber quedado fuera de la disputa de las alcaldías y las diputaciones más importantes de la entidad poblana.
Con Néstor Camarillo el PRI poblano prácticamente está supeditado al Partido Acción Nacional, la fuerza política que apenas hace unos años era su principal contrincante y ahora, ambos institutos son aliados en un proyecto a largo plazo.
La única apuesta que hay actualmente en el Partido Revolucionario Institucional para evitar que siga cayendo su posicionamiento electoral, es que el PAN tenga la capacidad de disputarle a Morena en 2024 la gubernatura del estado.
O de manera más específica, que funcione el proyecto del edil panista de la capital, Eduardo Rivera Pérez, de ser el candidato dentro de tres años que articule a todas las fuerzas políticas opositoras a la 4T y con ello, aspire a ganar la titularidad del Poder Ejecutivo.
A eso se reducen hoy en día los planes de Néstor Camarillo: a que le vaya bien al PAN y Eduardo Rivera para que el PRI pueda sobrevivir, luego de que perdió dos terceras partes de su voto duro, ha enfrentado la salida de la mayor parte de los liderazgos priistas y las bases del tricolor cada vez se alejan más de la agrupación, que apenas hace una década era la fuerza política dominante en el estado.
Pocos los conocen
Lo más sorprendente de la llegada de Sebastián Hernández Orozco y Rocío Toxqui Oropeza a encabezar el comité municipal más importante del estado, es que ayer cuando este columnista preguntó a varios líderes del tricolor por los antecedentes de ambos personajes, pocos o casi nadie sabía ubicarlos. Son perfectos desconocidos para importantes figuras del partido.
Sebastián Hernández fue apadrinado por el empresario José Chedraui Budib, pues cuando el segundo de ellos fue presidente del Comité Municipal priista, invitó al primero ser parte de la dirigencia.
Un mal antecedente, ya que Chedarui fue un cero a la izquierda como diputado local y dirigente del partido.
En pleno morenovallismo, el empresario prefirió acercarse y conciliar con el grupo político en el poder, es decir con el PAN, para poder hacer negocios, en lugar de convertir al PRI en una verdadera oposición política.
“Pepe” Chedarui, tal como lo conocen sus amigos, le importaba más tener una relación sumisa con Rafael Moreno Valle Rosas, que en ser un crítico del autoritarismo y la frivolidad del morenovallismo.
Ahora, Sebastián Hernández al frente del PRI capitalino no ofrece hacer algo distinto al papel insignificante que Chedraui ejerció como directivo del tricolor.
Rocío Toxqui es una posición de la Confederación Nacional Campesina. Por muchos años ha sido la eterna candidata suplente a todo: a diputada local, a diputada federal y a regidora, sin que nunca se le hiciera llegar a un cargo relevante.
Es una mujer que conoce a las bases del partido. Sobre todo, en San Jerónimo Caleras, que es su zona de influencia.
No obstante, nunca ha estado en un puesto partidista importante que le permita tener una idea de cómo sacar al PRI de su peor crisis.
Por eso ayer un dirigente decía: “en el PRI hay un gatopardismo”.
“Cambiaron a los dirigentes del PRI, para que nada cambie en el partido”.
