Y aquí caben, incluso, los personajes de todos los partidos políticos.
De entrada pienso en cuatro nombres:
Alejandro Armenta, Ignacio Mier, Jorge Estefan y Eduardo Rivera.
(El 6 de junio perdieron sus aspiraciones reales tanto Claudia Rivera como Fernando Manzanilla).
Los dos primeros ya se comunicaron con el gobernador para limar asperezas.
Según el columnista Arturo Rueda, el gobernador y el coordinador de la bancada de Morena en San Lázaro “ya aclararon los malos entendidos que a veces provoca la política”, en tanto que el lunes pasado se reunieron en
Casa Aguayo Miguel Barbosa y el senador Armenta en un ambiente de concordia.
En un tuit, Armenta dejó en claro los nuevos ánimos que bañan la relación.
Cómo olvidar que algunos morenistas hicieron alianzas antes de la elección en aras de ganar espacios en el Congreso estatal para sus proyectos futuristas.
Uno de los acuerdos más visibles tuvo que ver con la conformación de la lista de candidatos a diputados plurinominales.
El orden de dicha lista —que resistió un llamado de atención del Tribunal Electoral y no se movió en absoluto— lo dice todo:
En la primera posición apareció Daniela Mier, hija del diputado.
En segundo lugar entró Carlos Evangelista, conflictivo integrante de la Comisión Nacional de Elecciones de Morena y virtual delegado en Puebla.
En el lugar número 3 apareció Tonanzin Fernández, diputada local y ex aliada del barbosismo.
Y en el número 4 surgió el nombre de Edgar Garmendia, dirigente estatal de Morena.
¿Qué pasará con ellos?
¿Qué papel tendrán en el Congreso?
En un origen, todos formaban parte de una estrategia de contrapeso que tenía como destinatario al gobernador.
En otras palabras: serían diputados antibarbosistas.
La duda mata:
¿Después de que se aclararon los “malos entendidos” habrá un giro en la postura legislativa?
Seguramente sí.
Y eso incluiría que el bloque anti Barbosa será cosa del pasado: ese pasado que quedó enterrado cuando el gobernador quedó como único y real ganador de la contienda.
Unos uno se ha ido acercando al gobernador con una actitud muy diferente a la del pasado reciente.
En reciprocidad, Miguel Barbosa los recibe personalmente o toma sus llamadas.
La única que se ha quedado fuera de la foto es Claudia Rivera, quien, lejos de admitir la nueva correlación de fuerzas, se empeña en profundizar sus enconos.
Sólo un problema hay: ya no tiene papel en la película que estamos viendo.
Su papel lo ocupa ahora Eduardo Rivera, quien entrará en su lugar en el ayuntamiento de Puebla en octubre próximo.
Este martes todos vimos una escena brutal que habla de los nuevos tiempos: el ganador de la elección poblana se reunió con el ganador de la elección municipal.
Siempre atento a las palabras del gobernador, Rivera asintió con la cabeza todo lo que éste dijo a lo largo del encuentro.
No hubo un no.
Todo fue un sí permanente.
Sí, sí, sí, asentía una y otra vez, al tiempo que el gobernador llamaba a trabajar juntos, cosa a la que Claudia Rivera siempre se negó.
“Hay que hacer de cada coyuntura un momento estelar”, dijo el gobernador en la reunión con Eduardo Rivera.
Ya estamos viendo el reflejo de ese concepto en los acercamientos aquí narrados.
Y eso incluye el 2024.
Faltaba menos.